La historia del cantón Antonio Ante está atada a la de la Fábrica Imbabura. Esta factoría, que funcionó entre 1927 y 1982, fue el germen de la industria textil de esa zona imbabureña, y ayer fue reabierta como museo para rescatar su historia.
El rehabilitado inmueble de 10 000 m² de construcción fue inaugurado como Complejo Fábrica de Imbabura Empresa Pública. Las nuevas instalaciones comprenden cuatro áreas de museo: la Sala Histórico- Cultural, que transporta al visitante al pasado de esta tierra; la Sala de la Industria Textil, que muestra la maquinaria de inicios del siglo pasado, en que se producían hilos y telas; la Sala Interactiva de Nuevas Tecnologías, que ofrece juegos y actividades multimedia; y la Sala del Sindicalismo, que recoge la historia de la lucha de los trabajadores en el país.
Una fotografía gigante en blanco y negro adorna el ingreso hacia la nave central. La gráfica congeló un momento de la misa del 6 de mayo de 1924, que bendijo la colocación de la primera piedra.
Según Miguel Posso, autor del libro ‘Fábrica Imbabura: la historia y los acontecimientos más relevantes de Antonio Ante’ y gerente de esta empresa pública, los españoles Francisco y Antonio Dalmau, fundadores de la compañía, no dimensionaron los efectos de su obra, que cambió la dinámica de la entonces parroquia Atuntaqui, que pertenecía a Ibarra, hoy cantón Antonio Ante.
Entonces la labor de los arrieros, que llevaban encomiendas a lomo de mulas, era la principal actividad productiva local. Esos personajes también transportaron, sobre sus animales de carga, las piezas de las maquinarias que llegaron de Europa.
Hoy esas máquinas de acero, que producían gabardinas, telas para vestidos, sábanas, sobrecamas, toallas, cortinas… siguen intactas.
La mejor época de esta planta industrial se inició a finales de los años 30 del siglo XX. Tuvo hasta 1 200 obreros para abastecer la demanda nacional y también de Colombia.
En el 2001, la Fábrica Imbabura fue declarada Patrimonio Cultural Industrial del país. Con ello se logró que el Estado financiara la restauración del edificio y la maquinaria, que quedó abandonada casi por 10 años. Pero hoy espera visitas.