El FAAL puso al arte en las calles guayaquileñas
Sobre un caballete. O sentados en el piso, y en pequeños bancos. Sin zapatos, con jeans o pantalones cortos, con camisetas identificándolos además como concursantes del FAAL, 200 pintores, en su mayoría jóvenes, participaron del concurso de pintura de esta feria del arte.
El Festival de Artes al Aire Libre (FAAL) es una iniciativa del municipio porteño que durante 10 días llevó música, danza, escultura, fotografía, teatro, artes alternativas, entre algunas de las actividades, a sitios públicos, como una forma de acercar a los artistas locales a los guayaquileños.
Los pintores y los participantes de la categoría artes alternativas estuvieron ubicados en el Hemiciclo de La Rotonda. Escultura, música y cortometraje, en la Plaza Colón. Narración oral y teatro en las ágoras 1 y 2 del Malecón 2000. Otras actividades se hicieron en la plaza Rodolfo Baquerizo y el Palacio de Cristal.
Entre los pintores estaba Ericka Vera, de 20 años. Era la segunda vez que participaba del FAAL. “Me parece que este festival sirve para culturizar a las personas, para que empiecen a valorar el arte. También para que identifiquen a los artistas y los vayan conociendo”, comenta la joven.
A lo largo del Hemiciclo de La Rotonda, los visitantes del Malecón 2000 se detenían. Miraban a los artistas, preguntaban qué hacían, cómo hacían los cuadros, qué estaban preparando.
Canastas de manzanas, caballos, representaciones religiosas, hasta cuadros más abstractos, fueron parte de esta muestra.
Diego Franco, por ejemplo, parado junto a su caballete, representaba un muro de ladrillos, que detrás mostraba una ventana.
Los artistas no tradicionales compartían el espacio con los pintores, aunque solo participaron en esta categoría siete artistas. Ricardo Bohórquez, por ejemplo, propuso una visión crítica sobre el espacio verde en Guayaquil. Con un espacio de césped, de 7 m², reflexiona sobre lo que son las áreas naturales en la ciudad.
Christian Proaño, quiteño, participaba por primera vez en un FAAL. El artista también propuso un ejercicio donde el espacio público, especialmente el Malecón 2000, era discutido y escuchado, literalmente. Proaño grababa sonidos del sitio. Luego preguntaba a los transeúntes qué pensaban del lugar, qué veían en este.
El resultado es un ejemplo de lo que los ciudadanos asumían y recordaban sobre este espacio público, el más grande de la ciudad. “Yo creo que este espacio es particular. La percepción de la gente es que este sitio es un cambio pero lo ven como privado. Lo notan”.
‘Chonta, cuero y bambú’, de Ecuador, y Teatro Phi, de Chile, abrieron este encuentro de diez días. Hoy, en la clausura, intervendrá la Orquesta Filarmónica de Guayaquil.