Ladrón bueno o ladrón malo, pero ladrón al final. La obra de teatro puesta en escena por los actores Fabián Patinho y Gonzalo Estupiñán quiere anclarse a la memoria del espectador desde la ambigüedad que supone reconocer lo bueno y lo malo.
La obra toma forma bajo la dirección de León Sierra y el guión de Patinho, que narra el encuentro de dos personajes que se enfrentan con desconcierto a la aparición de dos misteriosas heridas en sus muñecas.
Con la autoridad que le da ser el dueño de su propio metro cuadrado, Joaquín sabe que no es un poeta, que su vocación es curarse la incertidumbre que lleva por dentro sanando heridas infligidas en la superficie de su existencia.
Pero a su padre no le sirve un dermatólogo tanto como un poeta. Tan ‘normal’ como pedestre esquiva las punzadas de su liberal progenitor que desilusionado intenta detonar la veta creativa que cree contenida y reprimida en su hijo.
La madre de Gastón, en cambio, no deja de pedirle a Dios que su inútil e irreverente hijo encuentre “el camino del bien”.
Con sus muñecas perforadas, cada uno por su lado, emprenden un viaje de retiro al centro espiritual de reposo campestre new age del padre Manolo, en la faldas del Pasochoa.
Los dos estigmatizados se encuentran a medio camino. Se reconocen como condiscípulos en sus años de colegio.
En medio de la montaña, ambos empiezan a escarbar su pasado que vuelve a abrir antiguos estigmas y a despertar a viejos fantasmas. Empiezan a re-conocerse en la mirada del otro, a identificarse y aceptarse en su propia alteridad; más allá del bien y el mal.
Es por eso que cada escena se resuelve en pares, en la que cada personaje se solidifica a partir de la mirada de otro.
Seis actos, en los que el diálogo y la acción se equilibran y se potencian uno a otro en un gran despliegue escénico. Un diálogo profundo y sensible con dosis de sarcástico humor.
Estupiñán y Patinho vuelven a compartir escena tras presentar ‘Elías o quién diablos te crees que eres…’. La temporada continuará en cartelera hasta el 30 de marzo.