No es la primera vez, ocurre siempre. Al ver las coreografías de Wilson Pico, un dolor festivo ingresa en la sangre, la calienta y la torna tierra seca: “polvo enamorado”, diría el poeta. Esa sensación se extiende también con ‘Secretas esencias’, tres piezas en las que el bailarín se da al desentrañamiento de tres personajes tradicionales de las fiestas populares del Ecuador.
El proceso que resultó en ‘Secretas esencias’ se compuso de las experiencias vividas por Pico y su hija Amaranta en recorridos, durante dos años, por espacios y tiempos de ritos y celebraciones tradicionales del país. La investigación antropológica y escénica se registró en ‘Cuerpo festivo’ (un libro y 12 documentales).
Pero el estremecimiento de tal convivencia, de vivir la fiesta y vivir al personaje, no pudo expresarse solo en la publicación. Las fuertes emociones tenían que ser manifestadas en la danza, en esa forma efímera y aguda de la existencia.
Y Wilson Pico es intenso en su movimiento. Cada gesto nace de sus adentros, esa profundidad muta en nervio y fibra, y su cuerpo se entrega a las sutilezas y bellezas del baile y la fiesta, del ritual en su comunicación con la muerte, la naturaleza o la fe. Ese cuerpo trashuma en escena y Pico es el personaje en plena celebración con las voces que le acompañan, pero es también el personaje en sus descensos y en la evocación de su origen, con las sombras que lo construyen.
Para ‘Secretas esencias’ el creador cedió ante el soplo de tres personajes. En ‘Último aliento’ asume al animero que acompaña a los muertos en el valle del Chota; en ‘Diablico’ representa al wiki, el demonio de la Navidad de la comunidad saraguro; y en ‘Selva tiniebla’ es el judío de la Semana Santa esmeraldeña.
En la propuesta escénica, el bailarín se hace de elementos y objetos que identifican a cada personaje y a su función para con las comunidades a las que se pertenece, y en las que resulta trascendental en cuanto a la comprensión del mundo. Todo el escenario es el espacio donde WilsonPico recrea imágenes, tocando campanas, bailando con máscaras y juguetes, proyectándose como un árbol, viviendo esas simbologías y expresiones festivas.
Las músicas, así como la propuesta dancística, también se hacen de fusiones de lo tradicional y lo contemporáneo, de lo local y lo universal, y resultan intensas; hasta en los silencios que las atraviesan. Glass y Bach se toman de la mano con John Zorn; y se pasa de las marimbas a la voz más que humana del animero.
La obra cumple temporada también este fin de semana.