Emotivo, con una sonrisa que le iluminaba completamente el rostro, recibió a este Diario Ernesto Monge en la recepción del Hotel Sebastian, el viernes, en Quito. Uno de los últimos nietos del catedrático, literato y periodista ambateño Celiano Monge no vive en el país. Pero la semana pasada decidió regresar por tercera ocasión desde que era un niño a la ciudad que lo acogió en sus primero años. Economista de profesión y ex director del área internacional del Scotia Bank en Nueva York siempre se interesó por el legado de su abuelo. Al hablar de él se le llenan los ojos de lágrimas, pues pese a que no llegó a compartir experiencias con él, ha escuchado desde pequeño millones de historias. Fue su padrino de bautizo y gracias a eso Ernesto Monge decidió estudiar y leer los libros y las publicaciones que emitió su ancestro antes de morir. Considera que cada una de ellas es una obra que enseña y que además llena a quien la lee.Su admiración por Celiano Monge lo hizo regresar al país para visitar los sitios en donde su abuelo dejó marcas culturales. Así fue a varios colegios, Benalcázar, San Gabriel, San Ignacio de Loyola, la Academia Ecuatoriana de la Lengua, entre otras instituciones.Para Ernesto Monge, el recibimiento que tuvo en estos planteles fue más que grato. Cree fielmente que la aportación de su abuelo fue vasta para que lo recibieran con calidez. No pensó que allí se conservaban fotos, pinturas, placas, etc., de quien en 1963 recibió el reconocimiento como uno de los tres ambateños más importantes de la historia.Eso lo llena de orgullo. Por eso considera que debe seguir impulsando ese legado. Herencia que a su concepto cambió la manera de pensar en la cultura de aquellos años y que motivó a las autoridades el reconocimiento por su obra al otorgarle una lira y una pluma de oro. ‘Relieves’ es el nombre del texto que Ernesto Monge recuerda con más cariño. Los artículos históricos que este contiene fueron traducidos incluso al alemán, como él mismo lo recalca en la conversación. Al leerlo, lo atraparon las historias de cómo se formó el país, las anécdotas de su familia, de sus amigos… Monge se siente complacido al decir que su visita no fue en vano, pues lleva consigo otras grandes anécdotas.