Fuera del auditorio de la Facultad de Filosofía, en la Universidad Central, hay una pileta. Es miércoles, falta poco para la una de la tarde y la poeta Ángela Barraza ha salido para fumar un cigarrillo. Ella estaba adentro, en una de las lecturas que organizó el III coloquio internacional ‘La palabra visible’, durante esta semana. Luego de una rápida introducción, acepta compartir su experiencia y algunos de sus poemas, antes de partir para El Juncal, en Imbabura, donde la esperaban con música.
Como buena chilena, habla rápido y fuerte. Empieza por afirmar que hace poesía social. Luego explica brevemente de qué se trata su libro ‘Chile’: “retrata un poco lo que significó crecer en dictadura, en una orfandad de discurso en que se podía decir de todo y a nadie le importaba nada”. Habla de la concertación, en el 89, como una democracia frágil que no fue lo esperado.
Nacida en el 84, aún conserva recuerdos de la dictadura. Para ella, hoy “el pueblo de Chile no tiene confianza alguna en la clase política”. Rechaza el mercantilismo que impera en su ciudad de origen con una frase dura: “Todo se vende en Chile, Chile está en venta”. El tono irónico reemplaza un momento la seriedad con la que habla al principio.
Pero su libro ‘Chile’ no es tan duro, sino más bien nostálgico. Según explica, habla de un proceso de crecimiento, de las historias que contaban los padres en esa época y en general de lo que significó vivir en ese ambiente. Para esta entrega leyó los poemas Padre, Militante y tres versiones de su ‘Patria’.
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