Toda novela es una nebulosa, en el sentido cósmico de la palabra: aglomeración de innumerables estrellas indistintas, que forman una especie de nube celeste. ‘Carta larga sin final’ (Edime, 1978) es una de las nebulosas más genuinas, compactas y geniales de la noche estelar.
El 19 de noviembre de 1974 murió la concertista ecuatoriana Inés Cobo en la ciudad de Caracas. Un día después su hija, Lupe Rumazo (Quito, 1933), inició la escritura de un libro que buscaba, como ya lo había logrado Dalí, la persistencia de la memoria. Se terminó de imprimir en Madrid, a principios de octubre de 1978.
Se trata de una novela que se arma en el frío absoluto (sus capítulos van desde el cero grados Celsius al 32° Fahrenheit) y recrea el tiempo atómico del que hablaba el filósofo Juan David García Bacca, es decir, el tiempo creador.
En ella, Rumazo combate con la muerte y la vence. Su elevada noción de solidaridad la hace más fuerte. Por eso es capaz de reconstruir el mundo después del caos y la pérdida. Entrelaza las orillas de la vida y de la muerte, viaja de la una a la otra con libertad. Y va más allá: es empática con su madre. Le devuelve su voz, intercambia con ella su rol, la revive en un proceso creativo similar a la creación del universo.
Rumazo conoce el poder del lenguaje. De hecho, lo domina. Su libro pertenece a la familia de novelas torrenciales de las que hablaba Bolaño: las grandes obras que abren camino en lo desconocido. Siguiendo el camino abierto por el ‘Orlando’ de Virginia Wollf y el ‘Ulyses’ de James Joyce, ‘Carta larga…’ quebranta las nociones convencionales del género novelístico y lo hace más luminoso. Funde -como lo notó Benjamín Carrión en el prólogo- hechos que alguna vez pertenecieron al mundo de lo real con la claridad del ensayo filosófico y, en un acto de libertad y voluntad, hace de su texto una de las piezas fundacionales de lo que hoy se denomina autoficción.
¿Por qué ‘Carta larga sin final’ jamás se ha publicado en el Ecuador? El novelista guayaquileño Leonardo Valencia responde: “Más allá de lo editorial, creo que con Lupe Rumazo se dio un grave caso de marginación intelectual. No se la podía entender. No se sabía cómo asumirla. Pero ese momento ya pasó. Lupe Rumazo es mucho más inteligente, lúcida y culta que todos nosotros. Solo por ‘Carta larga sin final’ es uno de los mayores escritores ecuatorianos, y no en femenino”.
Hablar de la poderosa Lupe Rumazo y su ‘Carta larga sin final’, 35 años después de su publicación, es un acto que tiene que ver con la justicia y el misterio. Una justicia que se parece mucho a la genialidad; un misterio que se parece mucho a la memoria.