Desde su apertura, en septiembre del 2013, la muestra ‘Masculin-Masculin’, que reúne 200 obras consagradas a exaltar el cuerpo del varón, estaba destinada al éxito.
Una mezcla de escándalo, provocación y belleza bajo la cúpula de vidrio de la que alguna vez fue una estación de trenes. Cientos de artículos en los diarios, fuego cruzado de la crítica, ironías por la coincidencia con el debate abierto sobre el matrimonio igualitario y la franca adhesión de la comunidad gay colocaron a la exposición en el candelero, sin olvidar que el museo de las márgenes del Sena sigue siendo el preferido de los turistas orientales, masiva corriente que inunda las calles de París: chinos, japoneses y coreanos.
Inspirada en una muestra del Leopold Museum de Viena, la versión francesa ha ido más lejos. Desde el Mercurio andrógino, de Pierre et Gilles, hasta Saint Laurent, en el apogeo de su juventud y belleza. De La edad de Bronce, de Rodin, al cuerpo lánguido firmado por Louise Bourgeois. ‘Masculin-Masculin’ es un ‘racconto’ estético en seis tramos: la pose clásica, el desnudo heroico, el desnudo realista, el sueño bucólico, el cuerpo sufriente y, finalmente, el desnudo masculino como objeto de placer.