La construcción de los saberes es un tema intocado en los sistemas educativos. La razón estriba en que los profesores, en su mayoría, aceptamos los temas que aprueban los ministerios de Educación -sin beneficio de inventario-, en las mallas curriculares, que más tarde son desarrolladas por las empresas editoriales con especialistas en las cuatro macroáreas: Lenguaje, Matemática, Ciencias Naturales y Estudios Sociales.
¿Cómo se construyen los saberes?
Es una pregunta a veces incómoda porque la formación de los docentes está instalada en conocimientos descritos y explicados en manuales, guías o textos oficiales. En pocas ocasiones se presentan discrepancias o propuestas argumentadas, desde el punto de vista científico, para contribuir a la mejora de un texto escolar, salvo casos excepcionales cuando se identifican fallas de contenido. Lo anterior parece obvio, porque los temas son públicos; por lo tanto, obligatorios y gratuitos.
La realidad es diferente: los saberes son dinámicos, y no están escritos en piedras. Los conocimientos científicos cambian no solo de un año escolar a otro -como se piensa-, sino de un mes a otro, de una semana u otra. Los casos son evidentes en todas las ciencias, y no solo en la biología, como se cree.
La construcción de saberes -desde las teorías y métodos que las sustentan- implica una serie de procesos rigurosos, que una disciplina ha intentado descifrar: la transposición didáctica.
Del conocimiento experto al saber enseñado
Una apreciación preliminar: todas las “materias” o “asignaturas” que se enseñan en los sistemas educativos formales y no formales, responden a modelos disciplinares que se inspiran en las ciencias duras -Matemática, Física, Química, Biología y Tecnología, fundamentalmente-, y en las ciencias blandas o sociales -Psicología, Sociología, Economía, Pedagogía, entre otras-.
Existe un mapa de asignaturas -parecido a la Tabla Periódica de los Elementos-, que sirvió en una época, pero que ahora es obsoleto. Edgar Morin, científico francés, fue el encargado de demoler la vigente sistematización de las ciencias en disciplinas, mediante la teoría y método de la complejidad; sin embargo, el paradigma disciplinar subsiste porque agrada a los profesores y didactistas.
¿Qué formula la transposición didáctica? Intenta pasar o transferir, de manera coherente, el conocimiento experto -de filósofos, científicos, investigadores- a los estudiantes y, en primer lugar, a los docentes o enseñantes.
En otros términos: adapta los saberes científicos (difíciles y complicados, basados en fórmulas, axiomas y algoritmos) a las necesidades de aprendizaje de los estudiantes, según los grupos etarios. Para ello utiliza la didáctica, entendida como la ciencia y el arte de enseñanza, creadas por Juan Amos Comenio, checo (1592), teólogo, filósofo y educador, quien lideró la revolución de la pedagogía y la didáctica como ciencias autónomas.
Creadores
Yves Chevallard, didacta de las matemáticas, propuso en 1975 la teoría de la transposición didáctica reconocida y aplicada en las numerosas disciplinas escolares, aunque algunos atribuyen la paternidad del concepto de transposición didáctica a Michel Verret, quien, en una tesis doctoral, planteó que “la didáctica es la transmisión de aquellos que saben a aquellos que no saben, de los que han aprendido a aquellos que aprenden”.
Chevallard sostiene que “el estudio de la transposición didáctica implica una “vigilancia epistemológica”, esto es, examinar la distancia, vista por la deformación que existe entre el objeto de saber (del saber erudito) y el objeto de enseñanza (del saber a enseñar).
Saberes transmitidos
Convertir una teoría en un objetivo de enseñanza es el punto focal de la transposición didáctica, hoy asistida con una herramienta valiosa como es la “Taxonomía de Bloom Digital”, tratada en otro ensayo.
En el presente caso, la transmisión de los saberes no culmina con el aprendizaje memorístico -a veces sin entender-, sino en el desarrollo de competencias –la comprensión es importante- para el logro del aprendizaje autónomo y crítico, inscritos en otras habilidades como la investigación, de la mano de la observación, la experimentación y la aplicación del método científico.
En síntesis, dicen sus creadores, es urgente evitar “la transmisión burocrática de los saberes, a través de un proceso de transformación -no mecánico- de los saberes sabios en saberes aprendidos”.
¿Una política pública sobre la transposición didáctica?