Los comuneros de Uzhcurrumi cuidan restos arqueológicos

En dos urnas de vidrio, los comuneros de Uzhcurrumi guardan los vestigios de un pasado remoto. En las urnas, los pobladores exhiben cerámicas y piedras talladas. Muchas son piezas con formas humanas y de animales.

Uzhcurrumi es un caserío agrícola de 600 habitantes rodeado por bosque húmedo, del cantón Pasaje. Las casas de madera enmohecida rodean el único parque del pueblo, flanqueado por una capilla de paredes color durazno. Los turistas, en su camino al santuario de la Virgen de Chilla, 10 km más adelante, se detienen para admirar las piezas. Paran sus autos, se fotografían y preguntan por su origen. Nadie, en el pueblo, aventura una respuesta.

fakeFCKRemoveMuchas de ellas se recolectaron en la finca de Abraham Sánchez. El agricultor recuerda que un pariente, quien lo visitó en su hacienda hace poco, le hizo caer en cuenta de la presencia de unas extrañas estructuras de piedra.

Yacían ocultas bajo sedimentos y hojarascas, a la orilla de un río. “Hace ocho días lo descubrimos”, dice el comunero, señalando un montículo de piedras. Las rocas están sobrepuestas y forman un muro, que a la vez sirve de base para lo que pareciera haber sido un lugar de vigilancia. En el centro se aprecia un agujero, del que parte un canal.

En otro claro de la misma finca se descubrieron meses atrás dos rocas planas talladas. Al juntarlas, forman lo que pudiera haber sido un asiento.

Sánchez está orgulloso de los vestigios descubiertos en su finca, de seis hectáreas y ubicada al costado de un camino de tierra, a 2 kilómetros del poblado. Unos sembradíos de cacao y guineo se dispersan entre grandes rocas que forman cuevas naturales. “Quiero que se conserve el sitio, como un lugar de interés arqueológico y turístico”, menciona.

Los vecinos de Sánchez colaboran en la limpieza de los vestigios. Con un pico, Segundo Curillo arranca las raíces que han crecido entre las rocas. El comunero pide, al igual que el resto del poblado, que alguien identifique el origen de los vestigios. Los pobladores indican que el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) aún no llega hasta el lugar.

Vicente Rivadeneira, museólogo y especialista en restauración, colabora con los comuneros en la recuperación de los restos. “Con GPS se está levantando la información sobre la ubicación”, precisa y sugiere que la estructura de piedra puede tratarse de un pucará, un fuerte de defensa.

En Uzhcurrumi se han hecho otros ocho hallazgos, en propiedades de cuatro familias. Entre lo encontrado hay piedras esculpidas con un agujero en el centro, con formas de animales y otras con dibujos en bajo relieve, a manera de sellos.

Los vestigios descubiertos en la zona, junto con los que se exhiben en la casa comunal, en el centro del poblado, llaman la atención de los visitantes. Los pobladores de Uzhcurrumi dicen que los turistas antes pasaban de largo, pero que ahora tienen una excusa para quedarse.

Suplementos digitales