Lucho Enríquez. Compositor algorítmico, programador, sonólogo y guitarrista. Trabaja
en el proyecto Ciclo de arte sonoro.
Es una pregunta común a la que un Compositor de música nueva se enfrenta en el Ecuador. Uno de mis primeros recuerdos cuando comenzaba a transitar este incierto camino de la música experimental fue un productor ecuatoriano en un país europeo que me decía: “Me gusta tu trabajo de Tetarra y electrónica… pero podrías hacer que suene más ecuatoriano”. Entonces empecé a cuestionarme ¿A qué se refieren como música ecuatoriana?, pues a la final si yo soy ecuatoriano, mi música también lo es.
La realidad es que a un compositor inglés no se le pide que su música suene a música inglesa, o un alemán no se le pide que su música suene más alemana. Lo cierto es que para el mundo, el Ecuador aún es considerado un país folclórico en cuanto a arte se refiere, y la culpa la tenemos nosotros (cualquiera que haya caminado en las calles de países del norte, y encontrado un grupo de música folclórica ecuatoriana con plumas de indios norteamericanos en la cabeza, y tocando los hits del momento en flautas de pan, me dará la razón).
Entonces, soy un ecuatoriano mestizo y pertenezco a una legión de músicos ecuatorianos globalizados. No necesitamos tocar música folclórica o pasillos para justificar que somos ecuatorianos, pues simplemente lo somos. Cuando estoy de gira en el extranjero y me piden referentes culturales de mi país, me alegra que existan ecuatorianos como Mesías Maiguashca en la música, o Luigi Stornaiolo en la pintura, pues gracias a su obra, se han convertido en referentes de una generación de ecuatorianos sin complejos colonialistas, que estamos a la vanguardia estética y tecnológica global, al igual que cualquier otro ciudadano del mundo.
La música contemporánea del Ecuador está escribiendo su propia historia, pues a pesar del perpetuo fracaso de los conservatorios nacionales, y el poco interés que usualmente muestran las autoridades culturales, los Compositores académicos, músicos electroacústicos, artistas sonoros, ruidistas, todos estamos trabajando juntos, generando espacios dentro y fuera del país, y sobre todo haciendo algo que en el Ecuador de antes no existía: dándonos la mano para salir adelante.