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Una ciudad rendida ante los pesebres

 Visitar los nacimientos es una de las actividades más tradicionales de los españoles durante la época navideña. En Madrid, los más demandados son los napolitanos del Palacio Real y del ayuntamiento capitalino, y el hebreo de la Comunidad de Madrid.

El Belén del Príncipe El Palacio Real acoge al Belén del Príncipe, llamado así porque Carlos III lo encargó en Nápoles para su hijo, el futuro Rey Carlos IV. Es uno de los típicos belenes napolitanos, introducidos en España por ese rey, y que causaron furor en las élites a partir del siglo XVIII. Destacan su espectacular escenografía y los personajes de gran realismo y expresividad, como reyes, pastores, artesanos y músicos, los cuales aportan riqueza iconográfica.

Las piezas, unas 200, son articuladas. Las figuras humanas, de entre 35 y 45 cm, se componen de un maniquí de alambre, rodeado por estopa y cubierto con ricas vestiduras. La cabeza es de barro, y las manos y pies, de madera. Ello permite que las figuras adopten diversas posiciones, sentadas, de pie o acostadas. “Fueron realizadas por los mejores artistas napolitanos y españoles del momento. No son muñecos, son obras de arte”, explica María Jesús Herrero, conservadora de escultura de Patrimonio Nacional.

Los rostros de estos nacimientos son muy llamativos. Tienen los rasgos de la gente del pueblo del siglo XVIII. En algunas figuras se reflejan enfermedades típicas de la época, como el bocio, y en las personas mayores se ven verrugas y lunares. “Observamos también figuras de turcos y negros, porque Nápoles era un reino muy cosmopolita”, señala la experta. La escena es una fiesta; algunas mujeres bailan alrededor de las tabernas, otras conversan animadamente, ríen.

“La idea es mostrar la alegría del nuevo ciclo que representa el nacimiento de Cristo”, añade Herrero. Una singularidad es la representación de Lucifer, algo que no se ve en otros pesebres.

El pesebre de la Comunidad de Madrid “El nacimiento más extenso de nuestra historia”. Así promueve el gobierno regional de Madrid la visita a su tradicional belén hebreo. Ocupa 160 metros cuadrados y pesa tres toneladas.

Incluye unas 700 piezas elaboradas en barro cocido y pasta de madera, y representa el Nacimiento de Jesús, basado en fragmentos del Evangelio según San Mateo.

Es una obra de la Asociación de Belenistas de Madrid, para la cual se ha destinado unas 5 000 horas de trabajo, y requiere de un montaje que dura cuatro días. Además, se utilizó un entramado de madera, corcho bornizo y musgo, y productos naturales como agua, arena de río y más de 30 especies vegetales.

Llama la atención el montaje de varias escenas bíblicas, como la Anunciación a la Virgen, la visita a su prima Isabel, el primer empadronamiento ordenado por César Augusto, la petición de posada o la huída a Egipto.