En un noticiero realizado por Empresa Ambos Mundos, la primera productora ecuatoriana de cine -fundada en 1910 por el español Eduardo Rivas Ors-, aparece el expresidente José Luis Tamayo, quien estuvo al mando del Gobierno durante la masacre de los obreros de Guayaquil, el 15 de noviembre de 1922. El suceso ocurrió seis meses después de la filmación de esta producción.
La grabación, que por décadas se creyó desaparecida, fue encontrada hace dos años en la embajada de Ecuador en París y ahora forma parte de los 12 000 registros visuales que constituyen el acervo de la Cinemateca Nacional, una institución que este año está celebrando 40 años de creación.
Durante sus primeros años de existencia, la Cinemateca Nacional funcionaba en el segundo piso del edificio antiguo de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE). El equipo dirigido por Ulises Estrella era pequeño y, a falta de recursos, se apostaba por el trabajo de jóvenes voluntarios.
Los primeros registros de su acervo fueron cintas que varios grupos de cine latinoamericano dieron, en consignación, a Ulises Estrella. Asimismo, había películas de cine arte que fueron entregadas por algunas embajadas del bloque socialista de aquella época.
Una de las primeras personas en trabajar como voluntaria de la Cinemateca fue Wilma Granda, que luego se quedó de manera oficial durante más de dos décadas en este espacio destinado a preservar la memoria del audiovisual ecuatoriano. Ella cuenta que una forma de financiar las investigaciones era alquilar el proyector que tenían y que también era usado para pasar filmes en barrios de la ciudad.
El resultado de las investigaciones realizadas por Granda y Teresa Vásquez fue un relato del cine ecuatoriano desde 1895 hasta 1980 que nunca se publicó como texto, sino como un documento cronológico, con nombres y fechas, que a la larga sería la base para comenzar el trabajo de recuperación de miles de registros visuales.
Una de esas producciones es ‘Los invencibles shuaras del alto Amazonas’. La película original se rodó en enero de 1926 en el Valle del Upano -región de Santiago de Méndez- después de varias expediciones realizadas por el sacerdote italiano Carlos Crespi, quien escribió el guión. La película, que tiene casi 500 escenas, fue proyectada por primera vez en Roma y Turín, en Italia.
Durante el tiempo que no contaba con una sala de cine, y aún estaba lejana la creación de la Cinemateca Digital del Ecuador, esta institución arrendaba algunos espacios para proyectar sus cintas, entre ellos el Teatro Colón, el Presidente y Los Gemelos.
Se trataba de filmes que el equipo de la Cinemateca recuperó luego de hacer una pesquisa entre los directores, productores, herederos de los creadores e instituciones públicas y privadas. Para 1989 se habían recuperado 219 cintas.
Lo que impulsó el crecimiento del acervo fue la declaratoria, en 1989, del cine ecuatoriano como parte del patrimonio cultural del Estado. Asimismo, que ese año, el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural haya lanzado un mandato para que la custodia de este patrimonio esté en la Cinemateca.
A pesar de ese nuevo contexto, la precariedad acompañó a la Cinemateca más allá de los años 90. Granda cuenta que recién en el 2007 se logró tener un espacio adecuado para el archivo fílmico. Luego, se logró comprar un ‘film scanner’ para copiar los filmes y pasarlos a digital. “Los hitos tecnológicos importantes los alcanzamos recién desde ese año”.