Chicos infractores cantan sus historias con hip hop
Los zapatos deportivos con adornos plateados de Álex están rotos, pero brillan mientras da vueltas de cabeza sobre el piso de cemento. Baila break dance, una danza urbana que combina movimientos aeróbicos. Utiliza un casco plomo, una camiseta gris y un ‘jean’ bastante desgastado. Baila al ritmo de una nueva versión de la canción Si me ves volar, que hizo famoso al grupo Tíos Queridos, en la década de los sesenta.
Sus compañeros lo aplauden. Ellos practican en una amplia sala -donde a veces se ofician eucaristías- del Centro de Adolescentes Infractores de la Ley de Ambato. Está ubicado en el sector Macasto, en el norte de la ciudad.
Allí hay una mesa cubierta por un mantel blanco, una grabadora, una televisión e imágenes de santos. Desde hace dos semanas el colectivo Alianza Hip Hop enseña a 40 chicos a cantar, bailar y pintar. La iniciativa es apoyada por la Dirección Regional del Ministerio de Cultura.
El ambateño Juan Pablo Cobo lidera el colectivo. Él es un reconocido artista. Lo conocen como Guanaco MC. Formó la agrupación Mortero y Sudakaya. Su canción Lento logró los primeros puestos en el canal MTV.
“Creemos que llegar a la gente privada de libertad, a través del break dance, levanta la autoestiama”, dice el cantante. Al Centro llegan jóvenes acusados por asesinato, violación, robo o porque atropellaron a una persona.
Alex tiene 16 años. Está detenido desde hace un año cinco meses. Nació en Macas. No quiere decir por qué está ahí, pero cuenta que vivió en la frontera con Colombia. “En la pandilla de La Rata sabíamos bailar, por eso ya conocía algo de esta movida”. Él quiere ser bailarín, esa es su meta. “Quiero comenzar de nuevo”.
Los chicos repasan todos los días desde las 08:00 hasta las 13:00. Saltos mortales y medias lunas son parte de la coreografía. Para Jimmy Yar, profesor de baile, es asombroso cómo los chicos han avanzado en dos semanas.
“Al principio algunos no podían moverse, pero su deseo de bailar permitió que hicieran pasos que se aprenden en dos meses”.
Guanaco MC enseña a vocalizar. “Antes de las clases ellos tenían sus letras listas. En sus cuadernos escribieron sus vivencias”.
Una escalinata de 60 gradas conduce a los cuartos de literas. Lucen ordenados. Las camas están cubiertas con colchas de colores. Hay grandes ventanales.
Las dos habitaciones están separadas por un pequeño cuarto de paredes de vidrio. Ahí duerme el celador y también funciona la cabina de grabación.
En ese lugar, Johnatan, de 16 años, tiene en sus manos un cuaderno en el que escribió seis canciones. En Madre, el estribillo dice, “Madrecita te pido disculpas por cometer un acto malo y tengo que pagar”.
Cecilia Aguilar, psicóloga del centro, sostiene que estas actividades son una catarsis para los chicos. “Han puesto mucho empeño”. Johnatan agarra el micrófono profesional y canta, lleva su gorra hacia atrás. Su voz es suave.
No le gusta conversar de su vida privada. La música la pone Xavier Salazar, miembro del colectivo.
Junto al cuarto del guardia se instalaron un computador y un equipo de sonido.
Utilizando estos aparatos se grabaron 10 canciones para el CD ‘Alianza Hip Hop para las calles Volumen 1’. A más de la canción Madre está Hip Hop es vida, La droga mata, El mundo está en mis manos, Vidas Callejeras y otros.
Guanaco MC cuenta que Johnatan ya sabía cantar. “Los otros chicos poco a poco se fueron soltando. Ahora son unos artistas”.
Carlos, otro adolescente de 16 años, afirma que él antes bailaba tecno y esto le ayudó a seguir los pasos en el break dance. Llegó al centro hace un año y tres meses. Antes vivía en Salcedo, donde era albañil. A pocos metros de los cuartos y de la sala de baile están las aulas. Un camino rodeado de jardines lleva hacia allá. Ana Hernández, trabajadora social, dice que los chicos hacen el mantenimiento de los jardines, de los caminos y de otras áreas.
En un aula, doce jóvenes de entre 14 y 18 años se mueven de un lado a otro. Los pupitres están arrumados a las paredes. ‘El Suko’, espigado y de cabello rizado y claro, pinta, usa un largo pincel. Nadie lleva mandil. Todos tienen alguna mancha de pintura en su ropa, en su rostro o en sus manos. Cinco chicos pintan.
Otros cortan y otros hacen muñecos de plastilina. Ahí se dibuja una maqueta que será la portada del disco. Es una ciudad de grandes edificios. El trabajo se hizo en papel, plástico, pintura y cinta adhesiva. El álbum será promocionado y reproducido por el Ministerio de Cultura. Tania Navarrete, directora la entidad, afirma que ellos ya forman parte de la convocatoria para la edición de obras sonoras que se impulsa en la provincia de Tungurahua.