Cámaras de vigilancia, censores de movimiento, sistemas contra incendios y guardianía privada están entre algunas de las seguridades que tienen dos museos que exhiben arte colonial en Quito.Las prohibiciones para tomar fotos, grabar videos, tocar las imágenes e ingresar con maletas grandes también son medidas que tratan de preservar el patrimonio cultural.
Estas seguridades fueron instaladas durante la última década debido a los robos que se produjeron en los museos de todo el país.
En el museo Fray Pedro Gocial, ubicado dentro del convento de San Francisco, las seis salas de exposición, una galería y el coro de la iglesia tienen cámaras que registran el ingreso y el paso de los turistas. Estas filmadoras captan imágenes de cada uno de los rincones del sitio.
En una oficina de la administración se graba a diario lo que suceda en el museo, el registro incluso se realiza en las noches. Por medio de estas imágenes, Pablo Rodríguez, administrador del museo, puede monitorear y detectar algún tipo de anormalidad en la rutina de este lugar.
Sin embargo, quienes están pendientes todo el tiempo de lo que ocurre en las salas de exposición son los pasantes y guías. Juan Castellanos es una de las personas que rondan y cuidan del museo.
El estudiante de la Universidad Central al momento de dar la bienvenida a los visitantes también les advierte sobre lo que no pueden hacer. A pesar de esto, en los tres meses que lleva en la edificación colonial ya se ha encontrado con turistas que han desobedecido sus indicaciones. “Les advertimos una vez para que no lo sigan haciendo, pero si insisten en tomar fotos el guardia debe retirarles las cámaras”.
Rodríguez explica que en muchas ocasiones incluso se han tenido que borrar las fotografías.
En cada una de las muestras existen cámaras que se confunden con los sistemas de iluminación de los cuadros e imágenes. Rodríguez explica que esto ayuda a que los sistemas pasen desapercibidos y los riesgos bajen.
Pero el cuidado del museo no solo se da al interior, en las afueras también hay vigilancia. Miembros de la Policía caminan por el atrio de la plaza de San Francisco despejando a mendigos y personas alcohólicas que se encuentren en el lugar.
Lo mismo ocurre en el museo Fray Pedro Bedón o también conocido como el museo de Santo Domingo. Ahí, las rejas y los candados complementan las seguridades que tiene el museo, además de los sistemas de alarmas.
Según Vicente Ramos, asistente de administración del museo, en los últimos años no se ha registrado ningún tipo de robos o atentados; sin embargo, las seguridades sí se han reforzado, principalmente en el cuidado y mantenimiento del edificio.
Una serie de regaderas contra incendios, extintores colgados en las paredes y urnas de vidrio -especialmente creadas para mantener el estado de las figuras- se pueden ver a lo largo de las tres salas de exposición a las que pueden acceder los visitantes.
Las puertas de hierro que resguardan las obras permanecen cerradas todo el día, se las abre solo en el momento en el que llegue un visitante y luego del recorrido se las vuelve a cerrar.
Las autoridades del museo piensan renovar los sistemas de alarmas y vigilancia; sin embargo, según Ramos, la cifra de asistentes no supera los 80 semanales, lo cual hace difícil conseguir el dinero para financiar el cambio y la inversión es costosa, según dijo.