Borges y el otro Borges, el hombre a 25 años de su muerte

Foto: Archivo particular

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Hace 25 años, en Ginebra, Suiza, falleció Jorge Luis Borges. Esa tarde, el escritor argentino, acaso el latinoamericano más destacado de las letras del siglo XX, dejaba una extensa obra y el índice de una leyenda, a la que no desmitifica ni el tiempo ni la academia, sino el mismo Borges; no un solo hombre sino los múltiples y contrarios que habitaban en él.

A pesar de que la gente lo tomaba (hasta ahora lo hace) demasiado en serio, cabe hablar del otro Borges, de “el otro tigre, el que no esta en el verso”. De ese Borges “que tercamente se bifurca en otro / que tercamente se bifurca en otro”. Pues, en su persona también cabía la otredad. No era solo el Borges de la biblioteca y la escritura, sino el Borges de los parques y las bromas.

El año pasado el argentino Mario Paoletti tuvo el acierto de publicar un anecdotario del escritor bajo el título ‘El otro Borges’ (Emece, 2010). Allí se recopilan, desde diversas fuentes (amigos, conocidos casuales, ex novias y periodistas), 333 historias en torno a ‘George’, como le decían.

Con esa guía, el lector de los alephs, los tigres, los espejos... puede conocer también al Borges cotidiano, al íntimo, al jocoso, al tímido, al malévolo, al procaz; al porteño que respondía con la burla ingeniosa e irritante.

En cierta ocasión le preguntaron a un Borges ya sumido en la penumbra por la ceguera congénita que lo afectó, sobre su relación con quien fuera su amigo de juventud y cuñado Guillermo de la Torre, quien padecía de sordera. Ante la pregunta, el autor respondió que se llevaban muy bien: “Yo no lo veo y él no me oye”.

Las anécdotas que crecen en torno a Borges se arman como los espejos que reflejan a ese otro o las migajas de un pequeño dios.

Borges era también el exquisito conversador, una faceta de la que puede dar cuenta su amigo y colaborador en innumerables empresas, Adolfo Bioy Casares. La obra conjunta de ambos autores siempre se planteó como un largo diálogo, con encontrones incluidos, según ha dicho María Kodama, la última pareja del escritor.

Si bien, al buscar las mujeres en la vida de Borges se antepone la imagen de Kodama, surgen también otros nombres Concepción Guerrero, Norah Lange, Estela Canto, Elsa Astete... y no hay duda que Borges también tuvo amores no correspondidos. Él admitía haberse enamorado de mujeres un poco tontas porque “la inteligencia es siempre comprensible, pero en la estupidez hay un misterio que resulta atrayente”.

Borges también se convirtió en referente para todo escritor, a tal punto que el autor español Agustín Fernández Mallo se ha referido al argentino como “el grado cero de la escritura”: mientras que Alberto Manguel, literato argentino habla de una literatura antes de Borges y una literatura después de Borges.

Pero sobre su impronta en las sucedáneas generaciones de autores cuentan que en una reunión de la Sociedad Argentina de Escritores, su presidente Córdoba Iturburu preguntó: ¿Y qué vamos a hacer por nuestros jóvenes poetas? Y desde el fondo del salón Borges gritó: “¡Disuadirlos!”.

Aunque hubo quienes supieron reconocerlo (en 1979 obtuvo el Premio Cervantes, además de distinciones de gobiernos y fundaciones), la negativa de la Academia Sueca a otorgarle el Premio Nobel de Literatura se configuró como el ‘mito escandinavo’. Irónico, Borges concedía tal negativa a “la sabiduría sueca”.

¿Por qué no se le dio el Nobel? Cabe la especulación sobre las simpatías políticas del autor (“Yo descreo de la política no de la ética”, decía). Pero antes de caer en estériles discusiones, vale recordar que adoptó una postura contracorriente, al renegar de las izquierdas y del peronismo. Postura por la que fue -cuenta el anecdotario- perseguido y vilipendiado por una horda de peronistas, tras lo cual Borges confesó sentirse medio desorientado: “Se me acercó una mujer vociferando: ¡Inculto! ¡Ignorante!”.

Hace 25 años, en Ginebra, Suiza, falleció Jorge Luis Borges. Y no fue casualidad que esa ciudad fuera su destino final, pues allí vivió en su adolescencia, allí fue donde descubrió otra literatura, allí donde despertó al sexo y al amor. Ahora al recordarlo en el aniversario de su muerte, bien cabe otra anécdota: Un joven se le acerca con un ejemplar de ‘Ficciones’ y le dice: “Maestro, usted es inmortal”. Borges le contesta: “Vamos, hombre. No hay por qué ser tan pesimista”.

Sobre el autor

Cuentista, poeta y ensayista, Jorge Francisco Isidoro Luis Borges nació en Buenos Aires, el 24 de agosto de 1899.

A inicios de los años 20, Borges conectó con el movimiento ultraísta que pugnaba en contra del modernismo.

Borges también escribió guiones de cine, como 'Los orilleros' o 'Invasión'.

Con amplia habilidad para los idiomas, en sus últimos meses -según cuenta María Kodama- ya con la certeza de la muerte, él se dedicó a aprender árabe.

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