Que Cortázar tenía una debilidad por el mundo esotérico y las “cosas raras” o que Carlos Fuentes era un conquistador innato son algunos de los detalles que reveló ayer el escritor peruano Mario Vargas Llosa durante la inauguración del congreso ‘El canon del boom’ hoy en Casa de América, en Madrid.
El encuentro reunirá durante una semana a una treintena de escritores y críticos para hablar sobre el boom de la literatura latinoamericana de los años 60 -cuyo germen se forjó en París y Barcelona- y que marcó un cambio de mirada desde el exterior hacia nuestro continente.
La mayoría de los participantes son jóvenes autores, herederos de ese momento histórico de la literatura universal. El evento coincide con el 50 aniversario de la publicación de ‘La ciudad y los perros’, de Vargas Llosa, obra fundamental de este movimiento narrativo.
“El boom fue el reconocimiento de que América Latina no solo producía dictadores, revolucionarios (…) y boleros, sino buena literatura que podía ser leída desde otras lenguas y culturas porque aportaba algo novedoso, original y creativo a la literatura moderna”, explicó el Nobel peruano.
Es en Barcelona donde nace la idea de esta corriente de escritores. Allí se les empieza a editar y su reconocimiento llega después a América latina, donde vivían una vida más bien marginal.
“Creo que muchos empezamos a sentirnos latinoamericanos gracias al boom”, confiesa Vargas Llosa, quien desconocía de la existencia de narradores de países vecinos hasta que llegó a París.
El primero en conocer fue a un joven alto, delgado, de español afrancesado. Pensó que tenía su edad, pero era 22 años mayor. Se llamaba Julio Cortázar. Era cariñoso, entrañable, pero distante. “Había en él una dimensión secreta, aquella en la que alimentaba sus escritos, a la que uno nunca podía llegar”. Detestaba la política y las reuniones grandes. Carecía de ambiciones sociales. Le gustaban otras cosas. Un día llevó al peruano a un congreso de brujas. “Yo me aburrí soberanamente, pero pocas veces ví a Julio tan entusiasmado”, cuenta entre risas.
El escritor argentino era generoso, fue de los primeros en leer ‘La Ciudad y los perros’ y trató de conseguir quien se la editara.
Se le reconoce a Cortázar por romper con un lenguaje literario pretencioso, que tomaba distancia con la lengua de la calle.
Era la época de Rayuela. A Vargas Llosa le llamó la atención que escribiera una novela tan compleja sin un esquema previo. “Lo que más le gustaba era esa sensación de riesgo e inseguridad, sentarse cada mañana sin ningún plan a avanzar su Rayuela”, cuenta.
Sin embargo, recuerda con sinsabor lo que él denomina el “cambio de personalidad” de Cortázar. Dice que el personaje íntimo de repente se volvió público y un revolucionario político. “Nuestras diferencias políticas no enturbiaron nuestra amistad”.
A Borges también le conoció en París “Hay solo dos escritores que al verlos enmudecí de emoción: Neruda y Borges”, confiesa. De éste destaca la originalidad de su narrativa y oratoria. “Generaba un ambiente de admiración total. Gracias a Borges la literatura latinoamericana empezó a ser leída con un respeto que no había merecido antes”.
Mientras que la primera imagen que guarda de Carlos Fuentes es del mexicano sobre una mesa zapateando al ritmo de la música. Pero el célebre escritor no sólo era sociable, políglota (hablaba cuatro idiomas) y conquistador (“las mujeres caían a sus pies”), sino un trabajador disciplinado e incansable.
Y recuerda a un García Márquez “aturdido” con el éxito de ‘Sin años de soledad’. Conciente de la genialidad del colombiano, la editora Carmen Balcells le convenció de trasladarse a vivir a Barcelona. Lo mismo hizo con Vargas Llosa. “Ahí había que estar, ese era el lugar donde un escritor podía triunfar”, señala el Nobel peruano.
El boom – dice Vargas Llosa- no se extendió más de una década y su fin fue producto de la politización del movimiento. Aún así, unió a una decena de escritores en un proyecto común con el idioma español como seña de identidad y ayudó a “que muchos escritores latinoamericanos rompieran con un complejo de inferioridad y se atrevieran como lo hizo un Borges o un Fuentes a ser universales”, subrayó.
PUNTUALES
El congreso ‘El canon del boom’ se desde ayer, hasta el 9 de noviembre en la Casa de América de Madrid.
Participan escritores como el ecuatoriano Wilfredo Corral y el peruano Fernando Iwasaki.
También darán conferencias las españolas Rosa Montero y Soledad Puértolas.