María del Mar Bonet estaba descalza. Por eso, el sonido de sus pasos cuando ingresó al escenario del Teatro Nacional Sucre (centro de Quito), el sábado 16 de abril, fue imperceptible.
Los aplausos del público ante su presencia fueron lo contrario. Parejas, grupos de amigos, madres con sus hijos y turistas ocuparon casi por completo las localidades. Momentos antes de la presentación de la cantante española -nacida en Palma de Mallorca-, varios de los asistentes revisaban el calendario del ‘X Festival Internacional de Música Sacra’.
La presencia de Bonet, de hecho, se enmarcó dentro de los eventos de este festival, que continuará hasta el 23 de abril. “Es mi primera vez en Ecuador y por eso he preparado un repertorio especial”, dijo la artista, quien vestía un atuendo negro con lunares cafés. Los cuatro músicos que la acompañaron en el escenario también llevaban trajes negros.
Parte de las canciones que Bonet interpretó pertenecen a su disco ‘Amic, amat’ (‘Amigo, amante’), editado en el 2004. Este trabajo discográfico reúne antiguas canciones de Turquía y de Oriente Medio, principalmente. De ahí que la influencia de los sonidos árabes y mediterráneos fue evidente durante su espectáculo.
Mundos aparte fue la primera canción de la velada. Bonet, con una voz calmada, explicó que se trata de una historia de amor entre dos personas que profesan religiones distintas. Ella recitaba los versos de las letras antes de cantarlas, pues estaban en catalán.
Escuchar de su voz la traducción de los poemas y las canciones acentuó la intimidad que surgió entre la intérprete y los asistentes. Amanda Vizcaíno acudió junto con su esposo y su hija Amelia, de 4 años.
La pequeña permaneció tranquila durante la primera hora de presentación, pero después se inquietó y Vizcaíno optó por salir del teatro. Sin embargo, comentó que le pareció “bellísima” la música de la velada.
Otro de los temas que Bonet compartió en vivo fueron La danza de la primavera y Siempre hay viento. Este último fue ejecutado con una percusión hecha solo con las voces de sus músicos. El público aplaudió con fuerza.
En el intermedio entre canción y canción, sonó un teléfono celular, ante lo cual los presentes le pidieron, al unísono, “silencio” a su propietaria. Sentado en la octava fila de la platea baja del Sucre, Lenin Sevilla disfrutó concentrado de la jornada musical.
A la salida del evento, este joven de 24 años se mostró contento por la gratuidad del mismo.
“Eso es bueno porque así la gente viene en familia y no se preocupa de si está caro o no”, señaló Sevilla. De vuelta en el escenario, la cantante, quien bebió un sorbo de agua durante toda la noche, le contó a las personas que compró un cuatro (un instrumento más pequeño que la guitarra) en Quito, lo cual motivó otra ovación.
Bonet, ante estos gestos de cariño, respondía inclinando levemente su cabeza y continuaba con su repertorio, que incluyó El canto de la sibila, que, según comentó la artista, fue declarado por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, en noviembre del 2010.
La ejecución de ese tema fue una oportunidad para constatar la potencia vocal de Bonet y la maestría y coordinación de su grupo de músicos.
Este martes 19 de abril, la española participará en otra actividad como parte del festival. Ella compartirá durante un conversatorio programado para las 10:30, en el Teatro Variedades Ernesto Albán.