La muestra parte de una red de intercambio que se ha consolidado a lo largo de ocho años. Y que incluye sobre todo artistas latinoamericanos, pero también de países como Suecia, España, Eslovaquia, Polonia o Kosovo. La bienal internacional de arte contemporáneo Nómade Selecta 2022 desplegará obras de 42 artistas en el Maac de Guayaquil.
El Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (Maac) inaugura la exhibición este martes 25 de octubre de 2022, a las 18:30. Y la muestra prevé permanecer abierta al público, de forma gratuita, a lo largo de un mes.
“No hay una línea específica de las obras, sino lo que ya maneja Nómade: que es obra experimental, política, vinculada a un contexto, o en proceso”, explicó Víctor Hugo Bravo, artista visual chileno, y uno de los curadores de la muestra junto al ecuatoriano Hernán Pacurucu.
La mayoría de las piezas son instalaciones, pero que incluyen a su vez géneros como dibujo, pintura, fotografía, performance o video. Y se plantearon pequeños núcleos de producción. Cada artista dispone de un promedio de cuatro por cuatro metros para armar un núcleo de desarrollo de obra, dijo Bravo.
La artista argentina Carolina Simón trabajaba un dibujo con grafito la mañana de este lunes 24 de octubre directamente sobre las paredes blancas del Museo.
Pacurucu y Bravo, los curadores, apuntan que la Bienal es un espacio en tránsito. “Una colectividad múltiple que, desde la producción autónoma e independiente, genera una serie de reflexiones en torno a los sistemas, programas y visibilizaciones del arte actual”. En la pasada edición, la Bienal Nómades G42°, la muestra giró en torno a las identidades de Guayaquil.
Muestra adjunta a la Bienal Nómade Selecta 2022
En tanto que el chileno Víctor Hugo Bravo inaugurará una muestra individual en la sala multifuncional adjunta a la Bienal Nómade Selecta 2022. Se trata de la muestra ‘El crepitar de los infectos’ una instalación que también conjuga pinturas, dibujos, objetos, impresiones digitales y video.
La historiadora de arte Danila Desirée Nieto sostiene que el trabajo de Bravo cuestiona las nociones de política y de maldad, de belleza y de abyección. “En esta ocasión presenta una suerte de juego religioso planteado como sagrado y profano a la vez”, apunta.
Los muñecos vudú, cabezas cortadas, miembros amputados, torturados y deformes se justifican, según la investigadora, para designar una suerte de no-humano como desecho que debe asumir su exclusión.
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