En tres habitaciones blindadas y con seguridades extremas reposan 10 000 libros incunables (impresos durante el siglo XV). Son una reliquia de la biblioteca Juan Bautista Vásquez, de la Universidad de Cuenca, y no se prestan.
Esos textos están acomodados en estantes de madera y hay sensores para detectar cualquier movimiento. Entre esos libros se destaca uno que tiene 60 centímetros de alto, una pasta de cuero de borrego y que data de 1539.
Es el más antiguo y su contenido escrito en latín se centra en temas religiosos, su título es Divini Ambrosoli. De acuerdo con datos históricos, fue impreso en París y se demoró tres años en llegar a Cuenca.
Margarita Gutiérrez, bibliotecaria de esa universidad, dice que por su valor histórico esos 10 000 libros, que son parte del patrimonio, no se prestan al público; solo se hacen excepciones en casos de rigurosas investigaciones históricas.
En esa reserva también está una enciclopedia Bouasse Lebel. Esta obra de gran formato tiene información de todas las asignaturas y tiene gráficos pintados. Para el historiador Juan Chacón, este y otros textos son obras de arte por su tipografía e iconografía.
Las características de los libros son especiales, por ejemplo, están hechos en papel de hilo, telares de agua, pastas de cuero y con hilos de oro. “La reserva de esos libros es otra riqueza cultural de la ciudad”.
La artista turca Meric Algün Ringborg, quien ganó uno de los premios de esta edición de la Bienal Internacional de Cuenca, identificó estos textos en esa biblioteca, pero como son de difícil acceso pidió otros 470, que en los últimos siete años no fueron solicitados ni prestados.
Con ellos realizó el montaje de su obra ‘La librería de los libros no prestados’, expuesta en la capilla del museo de la Medicina. Allí están textos como la ‘Divina Comedia’, ‘Aritmética razonada’, ‘Quién mató a Roldós’, ‘Hittler vuelve’ y ‘Odisea’.
Para Karla Torres, guía del museo de la Medicina, esta obra genera curiosidad porque la gente se pregunta por qué nadie quiso leer esos libros.
Hasta el viernes pasado, 1 600 personas revisaron esos textos. Entre esas personas se cuenta Joel Román, que sonreía al ver el precio de los textos (28 sucres), y una de las obras que más le llamó la atención fue ‘Cuenca, biografía del sombrero’. Él quería que le prestasen algún libro, pero ninguno puede ser solicitado porque la artista tiene que devolverlos.
En otra parte del centro de la ciudad, en la biblioteca Daniel Córdova del Municipio de Cuenca también hay una sección especial de libros históricos. Tres estantes acogen unos 100 textos que datan de 1667.
La bibliotecaria Ana Idrovo enumera los temas que menos han llamado la atención: derecho, medicina legal y religión. Además hay una sección de literatura, filosofía y geografía. Los libros tienen pastas de cuero y sus hojas lucen amarillas. Son frágiles y solo se puede conocer el espacio donde están, pero no tocar las publicaciones.
En la Casa de la Cultura del Azuay no existe una reserva restringida en la actualidad, pero hubo dos textos titulados ‘El arbitraje español’ (1909-1910), que no fueron prestados durante 54 años.
Son obras de mediano formato que recopilan la correspondencia que enviaba y recibía Honorato Vázquez, quien era ministro plenipotenciario en Madrid. Estos libros detallan aspectos del conflicto limítrofe entre Ecuador y Perú y las decisiones que Vázquez tomaba al respecto.
Luego de la firma de la paz con Perú en 1998, finalmente se pudo consultar estos textos. El bibliotecario Rafael Montenegro recuerda que solían llegar funcionarios peruanos solicitando ese libro y “no los entregábamos por la política de seguridad”. En la actualidad, ambos textos son muy solicitados más que nada por estudiantes e investigadores.
_ En contexto A propósito de la obra de Meric Algün Ringborg, que reúne libros no pedidos de la biblioteca de la U. de Cuenca, buscamos casos similares en otras bibliotecas; hay varias razones para que estos libros no salgan de sus estantes, sobre todo de conservación.