Al llegar a Lisboa, por estudios, en el poeta David Barreto figuraba el nombre de Fernando Pessoa, de ese ‘yo’ disgregado que hace su literatura y que recorría las calles de la capital portuguesa. Mas al pasar el tiempo tomó conciencia de que esa dispersión del ‘yo’ no estáúnicamente en la labor de Pessoa, sino en toda la práctica de la poesía moderna, posromántica.
Con esa comprensión estaba marcando el punto de partida para ‘Lisboa Soundtrack’, su más reciente libro, editado bajo el sello de Paradiso Editores.
Con él buscó distanciarse de ciertos procedimientos en la hechura de la poesía lírica, buscó reinterpretar ese legado posromántico que cargan los poetas de hoy en día. Entonces, Barreto cuestiona al ‘yo’, a esa proyección artificial de uno mismo; y lo cuestiona como al lenguaje, algo también adquirido. A partir de eso llega a plantearse una poesía desde la cotidianidad. Su propósito a la larga –dice– es distanciarse de la idea de la poesía como un elemento del más allá. “La poesía empieza donde la realidad empieza”, enfatiza.
En ese sentido, en el poema que Barreto considera central del libro, se lee: “Calculo el diálogo, hermano / o hijo, / no el poema. / Si alguna vez soñé la música / o el pneuma, estos son / los escombros de esa fe”. Barreto, cuestiona esa poesía lírica para subvertir la idea del arte como una impronta redentora. Él no habla de crisis, sino de una idea de pérdida de importancia del arte, un aspecto que no ve con nostalgia, sino como algo a tomar en cuenta.
Para pensar el mundo mediante las palabras, sin ceder ante la arbitrariedad del lenguaje, Barreto halló un camino tras el nacimiento de su hijo: Urgía ponerle un nombre y el poeta sentía el riesgo de depositar una carga sobre la vida que empezaba, pero comprendió que el nombre no debería calificar nada, pues sería su hijo (Matías) quien lo llenaría de significados. “Asimismo es el lenguaje, es el contexto el que hace de las palabras y de los significados lo que son. Por eso hay que dejar de buscar el misterio y la luz. Hay que existir en el diálogo”.
En los poemas, se halla cierta referencia a la tradición antigua, pero para burlarse de ella. Así como Barreto cuestiona al ‘yo’ poético, cuestiona a un solo Dios (y al poeta como semidiós) y para suplantarlo apela a Legión o Evohé, nombres que congregan a multitudes; no a una sola verdad, sino a las verdades contextualizadas.