‘La Orquesta West-Eastern Divan ha demostrado que la música es capaz de derribar barreras consideradas infranqueables”, dijo su director, el argentino-israelí Daniel Barenboim, a su paso por Ecuador, la semana pasada.
Tras presentarse el viernes en Quito, donde fue ovacionada de pie durante más de 10 minutos, la orquesta se dirigió a Bogotá y luego a Buenos Aires. Allí finalizará su gira latinoamericana el día 25 de agosto.
“El único aspecto político que prevalece en la orquesta es la convicción de que no existe una solución militar al conflicto árabe-israelí, y que los destinos de israelíes y palestinos están inevitablemente unidos”, destacó Barenboim.
Sin embargo, reconoció que aunque en Palestina la población tiene inmensas expectativas sobre lo que estos músicos pueden lograr en apoyo de la paz, en Israel los jóvenes judíos integrantes de la orquesta “son considerados traidores” por muchos de los ciudadanos.
“El entendimiento es el inicio de cualquier relación. Hay que tener coraje para aceptar el relato del otro, o al menos para entenderlo, y esa es la máxima responsabilidad de Israel”, desde el punto de vista de Barenboim.
Una orquesta aclamada
Compuesta por 92 jóvenes músicos israelíes, palestinos, sirios, libaneses, jordanos, egipcios y españoles, la orquesta conmovió al público quiteño con la interpretación de la segunda, cuarta y octava sinfonías del genio alemán Ludwig van Beethoven (1770-1827).Símbolo de la superación de los conflictos humanos, esta orquesta tiene sus orígenes en un taller de música para jóvenes intérpretes de Israel, Palestina y otros países de Oriente Medio creado en 1999 por Barenboim y el filósofo palestino Edward Said, fallecido en 2003.
Convencidos de que la convivencia y el diálogo intercultural pueden ser un ejemplo para la paz, Barenboim y Said decidieron seguir adelante con la experiencia y formar una orquesta que reuniera cada año, mediante convocatoria abierta, a jóvenes músicos de esos países.Ahmed, que tiene 30 años, es violonchelista de la Orquesta Sinfónica de El Cairo y profesor del conservatorio de esa ciudad, participa por cuarta vez en este experimento cultural. Él dice sentirse satisfecho por la oportunidad de conocer América Latina y por la forma en que va madurando la orquesta.
Su mayor emoción, sin embargo, es que Barenboim lo haya escogido para interpretar con él el quinteto de Robert Schumann (1810-1856) para piano y cuerdas en mi bemol mayor, el próximo 20 de agosto en el remozado Teatro Colón de Buenos Aires.
Allí, la orquesta ofrecerá siete presentaciones, donde Barenboim ejecutará conciertos al piano, celebrando los 60 años de su debut, cuando era un niño prodigio de 7 años, en su ciudad natal.
En sus propias palabras
A finales del julio pasado, este director publicó un texto de su autoría en diario El País, de España, en el cual evidencia lo que es para él la música y ese nexo indisociable que ésta tiene con todo lo que atañe a la condición de los seres humanos. A continuación un fragmento:
“Como aquellas melodías que ni bien las escuchamos nos remiten a sensaciones o a experiencias vividas tiempo atrás, el término desigualdad me evoca una serie de imágenes, emociones y conceptos. Desigualdad es inequidad e injusticia. Es desconocimiento y enfermedades. Puede ser también incomprensión, desolación y violencia. Y llegar a ser conflicto. La desigualdad denuncia una carencia y la mayor de las privaciones: la falta de oportunidades.
“Tan opuestos y complementarios como la música y el silencio, la desigualdad y las oportunidades van de la mano.
“El trabajo artístico y docente me ha llevado por los más diversos rumbos. He visto, a muy poca distancia el uno del otro, la opulencia y las necesidades más extremas, así como percibido los muy distintos modos que tienen las diferentes sociedades de procesar y entender tanto el sentido de la riqueza como la dimensión de la pobreza. Sin embargo, la disyuntiva entre desigualdad y oportunidades es universal y aplica en los más diversos ámbitos de la vida, tanto a nivel individual como en sociedad.
“La música nos prueba que la desigualdad puede ser uno de los principales obstáculos para que las personas se desarrollen y manifiesten todo su potencial. Por la música hemos aprendido que cuando individuos y sociedades caen víctimas de la desigualdad, surgen las frustraciones personales y se potencian los conflictos sociales. Y que tanto individuos como sociedades se benefician de iniciativas igualitarias que brinden opciones y oportunidades”.
España, la benefactoraEl nombre Orquesta West-Eastern Divan (Orquesta del Diván Occidental-Oriental) procede de una colección de poemas del escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) que aluden al acercamiento del Islam a Europa, explicó Barenboim en una conferencia de prensa en la capital ecuatoriana.
En 2002, la orquesta se estableció definitivamente en Sevilla, donde desde 2004 funciona la Fundación Barenboim-Said, gracias al patrocinio de la Junta de Andalucía, que tiene proyectos culturales en todo el mundo.
“No deja de sorprenderme de la generosidad del Gobierno de España, que auspicia esta gira para unirse a las celebraciones del bicentenario de las independencias de América Latina”, dijo un agradecido Barenboim cuando estuvo de paso por Quito.
Según fuentes de la Fundación Filarmónica Casa de la Música, que gestiona este complejo que cuenta con varias salas, para la presentación en Quito los costos cubiertos por España ascendieron a unos USD 160 000, a los que habría que añadir el transporte aéreo, obtenido por el embajador de Ecuador en Alemania, Horacio Sevilla.
Quito fue la tercera escala de la gira latinoamericana de la orquesta, que antes recaló en Santo Domingo y Caracas.