El bandoneón tiene a más de 30 cultores en Cuenca

En el Museo Francisco Paredes Herrera, de Cuenca. (De izq. a der.) Alberto Coello, Pablo Carrión y Flavio Guzmán tocan el bandoneón. Foto: Xavier Caivinagua / EL COMERCIO

En el Museo Francisco Paredes Herrera, de Cuenca. (De izq. a der.) Alberto Coello, Pablo Carrión y Flavio Guzmán tocan el bandoneón. Foto: Xavier Caivinagua / EL COMERCIO

El sonido armonioso y cálido del bandoneón se escucha en Cuenca desde 1920. Y en la actualidad, más de 30 músicos se mantienen como sus cultores en esta ciudad.

Entre ellos se destacan Flavio Guzmán, de 83 años, Alberto Coello, de 78, Claudio Guzmán, de 50 y Pablo Carrión, de 48. Cada semana, ellos se reúnen para tocar en el museo Francisco Paredes Herrera, que funciona en una casa patrimonial del Centro Histórico de Cuenca. Cuando tienen un concierto en la mira, lo hacen de manera más seguida.

Su representante, Pablo Carrión, dice que su objetivo es que nuevas generaciones aprendan a entonar este instrumento y “que este arte no muera”.

En una computadora portátil, Carrión tiene guardada la historia de este instrumento de origen alemán. Con un registro de fotos y datos históricos, relata que desde inicios del siglo XX se entona el bandoneón en la capital azuaya.

Además, tiene documentado que el cuencano Humberto Mora compraba este instrumento en la casa Arnold de Alemania en 1920 y lo vendía en el Austro.

El bandoneón se caracteriza por ser elaborado de madera Asaha. Las tapas y el sistema de teclado son de pino, el fuelle de cartón con las puntas forradas con cuero de cordero. Está reforzado con metal y tiene peines de zinc y bocinas metálicas. Los bandoneones grandes cuentan con 71 teclas y los pequeños con 45.

Guzmán deja su bastón y con sus grandes manos toma el bandoneón. En pocos segundos se escucha la melodía ‘Huasca de Corales’ y sus compañeros y amigos empiezan aplaudir y a zapatear.

Con esa canción se inició una fiesta espontánea en el museo Francisco Paredes.

Guzmán, quien inició el aprendizaje del bandoneón a los tres años, recuerda que al principio entonaba las notas básicas en la guitarra y luego las interpretaba en el bandoneón, que luego se convirtió en su compañero de vida.

Para él, es importante que exista un lugar en Cuenca donde se enseñe ese instrumento. Y se lamenta de que en el Conservatorio de Música José María Rodríguez de Cuenca y en centros particulares no se impulse su aprendizaje.

Estos integrantes del Grupo de Bandoneonistas Cuencanos, que es parte desde el 2009 de una asociación local, tienen la preocupación de que se pierda la interpretación del bandoneón porque la mayoría de quienes lo tocan ya entraron a la tercera edad.

En una pausa a la conversación, por segunda vez se vuelven a escuchar las notas del bandoneón. Son Guzmán, Carrión y Coello, que se mueven ágilmente abriendo y cerrando sus instrumentos.

Coello lleva 66 años tocando el bandoneón. Recuerda que su padre Rosendo no permitía que ni siquiera se acerque a mirarlo, por esa razón “aprendí solo de oído”.

Para Coello, es importante que las instituciones públicas impulsen su enseñanza para que de forma periódica se realicen conciertos. Desde anoche hasta el 31 de octubre se efectuará la cuarta edición de Noches de Bandoneones.

Este festival se realiza porque la asociación de bandoneonistas tiene una orquesta completa de músicos que incluye guitarristas, pianistas y cantantes.

Ana Paredes es la única mujer del grupo denominado Los bandoneones cuencanos y es la pianista. Felipe Albornoz es el vocalista . Él se siente orgulloso porque “gracias a estos músicos cumplí mi sueño de interpretar tangos”. También otros géneros como pasillos, boleros y música nacional.

En la voz grave y armoniosa de Albornoz se escucha el tema ‘La samba de la calle Larga’, mientras Carrión entona el bandoneón y Paredes el piano. El ambiente festivo se apodera de estos músicos.

Otra de sus preocupaciones es que en Cuenca no se fabrica este instrumento, que además es costoso su precio oscila entre los USD 1 500 y 3 500. Por ello, Claudio Guzmán, quien también toca el bandoneón desde hace un año, empezó a buscar la manera de construir uno y espera lograrlo en los próximos meses.

Por tercera ocasión el ambiente de fiesta se siente en el museo. Allí, las manos ágiles, suaves y envejecidas de Guzmán, Coello y Carrión interpretan la ‘Chola Cuencana’. Este último dice que sería oportuno que el Gobierno declare Patrimonio al bandoneón, “por su calidad armoniosa única y por su importancia”.

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