Redacción Cultura
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En 1986, Natalia Bestemianova y Andrei Bukin, medallistas olímpicos en patinaje sobre hielo, junto al también patinador Igor Bobrin, hallaron en los escenarios una manera de transmitir emociones y presentar su talento más allá de las pistas de competencia. Sin cambiar sus patines por zapatillas de ballet, en aquel año fundaron el Ballet Clásico de Moscú sobre hielo.
Desde entonces, la compañía ha sumado cerca de 100 deportistas de alto rendimiento, quienes empataron su preparación física con la amplia tradición dancística rusa, llevando piezas clásicas alrededor del mundo.
A Ecuador llegaron por primera vez en 2006, con dos composiciones de Tchaikovsky: ‘El cascanueces’ y ‘El lago de los cisnes’. En 2007, sus similares del Ballet Estatal de San Petersburgo sobre hielo también visitaron el país.
La fantasía se vivirá nuevamente en la capital, desde esta noche, hasta el sábado. El escenario del Teatro Nacional de la CCE, cubierto por ocho toneladas de hielo triturado, recibirá a 18 bailarines-patinadores del ballet moscovita.
El programa se divide en dos partes. La primera: ‘La Cenicienta’, de S.Prokofiev, y la segunda repite ‘El lago de los cisnes’.
La base del ballet sobre hielo sigue los lineamientos de las coreografías clásicas (‘petit – pas’), pero añade las adaptaciones que Bobrin (1953-), principal coreógrafo y entrenador de la agrupación rusa, introdujo para conseguir que el movimiento y el desplazamiento no perdieran su orden estético, por la velocidad.
Los componentes escénicos de este género presentan cualidades específicas: decorados ilustrativos, iluminación sugerente y direccionada para no perturbar al bailarín, un vestuario liviano que mantiene la vistosidad pero facilita el movimiento…
Alexey Shobin, director artístico, dice que “todos hemos sido campeones en el área deportiva, pero la compañía nos reunió y nos dio ese toque de lirismo, propio de las líneas ortodoxas del ballet ruso”.
Para conseguir el equilibrio técnico en esa esforzada conjunción de disciplinas se requieren cinco horas diarias de entrenamiento físico. Y la interpretación artística se logra mediante trabajos de expresión corporal y gestual. “En la preparación interna buscamos llegar a la vida emocional de los personajes, a su energía”, dice el bailarín sobre hielo Denis Shvedov, y añade: “Tenemos en nuestra espalda el gran peso de mostrar una versión diferente, ante la gente que conoce y respeta la trayectoria del ballet clásico ruso”.
Showarts es la empresa promotora para Latinoamérica del Ballet Clásico de Moscú sobre hielo. Su representante, Alexander González, confirma el éxito del espectáculo en los puntos anteriores de la gira.
Después de Quito, la compañía rusa visitará Cuenca y Guayaquil, antes de viajar a Egipto.