La sola idea de sacar a Bach fuera del mundo musical académico puede resultar impensable para varios melómanos. Pero no para Valentina Guayasamín y Simón Gangotena, quienes a través de la danza y la música, respectivamente, proponen un espectáculo que incluye la Sonata Nº 1 de J. S. Bach, fusionada (segunda transgresión) con el primer movimiento de la Sonata para viola solo, de G. Ligeti.
A estas piezas, separadas por 274 años, se suma una tercera, sin nombre, del compositor ecuatoriano Pablo Rosero.
Durante 40 minutos, las obras serán interpretadas por la viola de Gangotena, visualizadas con los movimientos de Guayasamín y acompañados de los efectos del ‘mapping’ de Rosero. La dirección del proyecto BWW 1001 corre a cargo del músico Felipe Cisternas. La presentación será el sábado 15, en la av. De los Conquistadores N27-275.
Sobre las similitudes entre Bach y Ligeti, Gangotena dice: “La sonata (de Ligeti) está basada en un pequeño fragmento de música que sube una escala y tiene desafinaciones escritas por el autor. Esto implica que en el trabajo de Guayasamín, el cuerpo de la intérprete esté constantemente atraído hacia el suelo, cual ave en un vuelo imposible”.