El chico se llevó un autógrafo en su libro favorito. En la primera hoja, con tinta azul, ella dibujó un corazón y escribió: ‘Para Rodrigo’ de Mafer’. En la portada, entre el título y el dibujo de una pecera, también estaba su nombre: ‘Hay palabras que los peces no entienden’, María Fernanda Heredia.
El martes, en el balcón que colinda con los salones de clase en la Unidad Educativa Santiago Mayor, Rodrigo y sus amigos se amontonaron. Sus gritos y aplausos se esparcían por el lugar como agujitas que penetraban la piel. Es lo que suele pasar cuando el público al que se enfrenta un autor es infantil o juvenil. La espontaneidad manda; no hay tiempo para poses ni las supuestas preguntas ‘inteligentes’ que suelen hacer los lectores adultos. Esta es una experiencia muy diferente.
El bramido de la hinchada adolescente era fuerte, mientras un sutil taconeo retumbaba en la cancha de básquet. Entonces un coro gritó: “¡Te queremos Mafer!”.
Una hora antes, la autora de los libros que leyeron en la clase de Literatura había visitado su salón. Frente a unos 50 estudiantes la escritora quiteña narró fragmentos de su vida con mucha soltura, como si se tratara de uno de sus 22 cuentos y novelas, publicados desde 1994 por Santillana.
‘Hay palabras que los peces no entienden’ fue el punto de partida entre escritora y lectores. La conversación despegó con la historia de Francisca, la niña que una mañana de cumpleaños recibe como regalo un perro labrador negro; el detalle es que sus padres no soportan a los animales. Por eso tiene que separarse de su amigo de cola larga. En reemplazo le dieron un pez, pero no era igual.
Cuando los chicos vieron a Heredia, muchos notaron su parecido con la protagonista: el cabello corto y negro, alta, delgada, como describe el libro. “Es ella”, decían algunos. Durante la charla, la autora iba dibujando personajes, lugares y situaciones. Y así fue armando su vida por capítulos. ¿Los temas? La familia, la amistad y el amor en la adolescencia’ Sus historias son un reflejo de lo que vivió.
“Un día, mis compañeras se pasaban papelitos. Eran cartas de chicos… Les llegaron a Cristina, a Juliana, a Valentina’ Pregunté si había para todas y me ilusioné, pero a mí nunca me llegó”.
Heredia hablaba y las chicas se sonrojaban. Los varones se codeaban o se veían entre sí con mirada pícara. “Como no me llegó, me la escribí. Y decía así’”. Todos oían atentos. “Querida María Fernanda: desde que te vi quedé impactado con tu belleza. Quiero invitarte a tomar un helado el sábado. Con todo mi amor, Julio Octavio. Ese fue mi primer enamorado imaginario, después vino José Tomás”. Y las risas estallaron.
También hubo silencios muy atentos, quizá porque en las historias que cuenta Heredia los chicos podían identificarse en diferentes momentos de su vida; como esa típica etapa de no querer ir al colegio, de la cual la autora no solo escribe, sino que vivió en carne propia. “No me gustaba el colegio porque no tenía amigas, era supertímida”.
Las anécdotas siguieron hasta que el silencio y algunas miradas recelosas precedieron a la ronda de preguntas. No duró mucho. Los brazos levantados revelaban curiosidad. ¿Alguna vez tuvo un perrito como Solón, el de Francisca?; ¿en qué se inspira y cómo ordena las ideas para escribir? fueron algunas de las preguntas.
Al final, todos se apretujaron en una fila desordenada, para pedir un autógrafo. Rodrigo, Camila, Fernando, Isabela… todos querían una dedicatoria en su libro o aunque sea en una hoja.
Entre tanto, el flash destellaba. “¡Una foto!”, pedían. De puntillas, agachados, reclinados en el escritorio; todo valía para perpetuar el instante compartido con la autora de las historias con las que han convivido este año lectivo.
Un golpe que deja ‘Patas arriba’
¿Quién no se ha tropezado con la pata de la cama al despertar? A Santiago le sucedió. El muchacho regordete es el protagonista de ‘Patas arriba’, la última obra que presentará esta semana María Fernanda Heredia, bajo el sello Alfaguara.
A lo largo de 158 páginas, ese golpe se convierte en el símbolo del dolor que provoca la traición. “Así como el dolor impide caminar, cuando un amigo te falla sientes que algo en tu vida no funciona. Eso se refleja en la vivencia de muchos jóvenes”, cuenta la narradora quiteña.
En ocho meses, la escritora armó su segunda novela juvenil, en la que aborda el tema con un toque de humor en 18 capítulos.
Como diseñadora gráfica -su primera profesión-, asegura que todo lo entiende como un diagrama. En su visita a cinco colegios de Guayaquil compartió con los estudiantes su experiencia al crear ‘Patas arriba’.
Todo empieza con una idea central, anotada en un papelito. En este caso, “la traición del pana”. Luego aparecen los personajes: Santiago, Pablo, Bernardo y otros; cada uno con sus peculiaridades. Luego está el espacio, el colegio donde se desarrolla parte de la historia. Esas piezas forman el esquema de narración.
La descripción y la frescura de los diálogos hacen que la lectura de ‘Patas arriba’ sea dinámica. Con sus cuentos, Heredia ha ganado el Premio Darío Guevara Mayorga cuatro veces y en el 2003 recibió el Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil.