La estructura del Museo Casa de Sucre es simétrica, sus muros son regulares y blancos. En el centro del patio, una paloma bebe el agua de la pila. Cuando levanta vuelo deja ver que uno de los frentes internos del inmueble se ha convertido en una cascada de color. Ello porque la artista chilena, Magdalena Atria, buscó contrastar la arquitectura e historia de este espacio con las nuevas posibilidades expresivas que encontró en la plastilina. Su intervención lleva el nombre ‘No te veré morir’ y es parte del proyecto Arte Contemporáneo y Patios de Quito.“Fue un proceso largo y laborioso”, apunta la artista, y eso se deja ver por el detalle con que esta trabajada la plastilina, esa substancia capaz de transfigurar los sueños en materia.Aquí, la plastilina da pie a la creación de formas que conviven orgánicamente con los elementos de la construcción. La simbiosis se manifiesta en pilares y arcos, en el piso de piedra y las blancas balaustradas. A ratos parece devorar las estructuras, en otros parece abrazarla, quererla. Para la concepción de la obra, Atria tuvo siempre en cuenta que ella no tendría el control sobre la creación, sino que esta sería resultado de un diálogo con el espacio. “Es lo que diferencia este proyecto de una galería o de un museo, aquí el arte responde a algo más que la simple muestra”, señala. Entre esas ideas , el arte de Atria fue conversando con el material, con el color, con las texturas. Así surgieron formas dinámicas que le dan movimiento y vida a la casa del Mariscal de Ayacucho y la Marquesa de Solanda. Una vida que quiere aferrarse, que grita “no te veré morir” y que se relaciona también a otra historia del lugar. Se dice, entre otras versiones, que la hija de Sucre cayó desde el segundo piso, a la corta edad de dos años. Acaso por ello los colores que se derraman cambian de tonos cálidos, a tonos fríos a medida que descienden. Sorprendentes, como el arte en rigor, esas formas develan también una relación entre la infancia y el carácter lúdico de la plastilina. Quien se acerca, es tentado a tocarla… y es bueno hacerlo.