Los arquitectos de América Latina, de Chile, Brasil, México, Uruguay y Perú, reflexionan en la Bienal de Venecia con rigor y seriedad sobre los desafíos de un territorio sorprendente y rico.
Para la XIII edición de la Bienal de Arquitectura de Venecia, una de las citas más importantes del sector, que se inaugura oficialmente el miércoles, tanto arquitectos estrellas como desconocidos para el público profano, exploran temas disímiles que van desde la memoria hasta la cultura de la diferencia.
Países como Uruguay, Perú y Chile, con pabellones propios, debaten sobre proyectos no realizables y dialogan sobre lo que podrían o saben hacer.
Bajo el ingenioso lema “Cancha”, Chile plantea un diálogo sobre los recursos naturales, el patrimonio histórico y el paisaje, a partir de su suelo.
Para entender ese planteamiento, los curadores, María del Pilar Pinchart y Bernardo Valdés, idearon un pabellón misterioso, vacío, diferente, “como la tierra chilena”.
Entrar en la sala oscura del pabellón chileno en los sugestivos Arsenales, caminar sobre toneladas de sal gruesa (5 250 kilos) , es una invitación a “sentir ” con pies, manos y ojos un salar, vivir la arquitectura de lo cotidiano en un país marcado por una geografía única.
“Vemos al país como una cancha, un lugar espacial, con reglas para poder jugar”, sostiene en una charla con AFP Valdés, cuyo proyecto fue seleccionado a través de una convocatoria abierta y pública.
Los curadores invitaron a siete arquitectos para presentar lo que llamaron “un nuevo atlas del suelo de Chile”, entre ellos Pedro Alonso y Alejandro Aravena (Elemental) ; Juan Pablo Corvalán (Susuka) , Genaro Cuadros, Germán del Sol, Iván Ivelic y Rodrigo Tisi.
Enfrentado al reto del comisario de la Bienal de Venecia, el británico David Chipperfield, que invitó al mundo de la arquitectura a medirse con el concepto de “Territorios comunes”, Perú presentó una propuesta original, concebida para la Bienal.
“Es un sueño renacentista, pero al revés. Como ocurrió cuando se descubrió a América, nosotros pensamos en un mundo nuevo que nace de la nada”, explica el comisario del pabellón, Enrique Bonilla, al presentar las reflexiones de un grupo de 20 firmas de arquitectura de su país sobre las diferentes caras de una futura ciudad en el desierto.
Se trata del sueño ancestral de Perú de construir una ciudad en el desierto, con agua del Amazonas que cruza los Andes hasta llegar a la árida costa pacífica.
Para Argentina, con pabellón propio, el terreno común de la arquitectura es la memoria y por ello proyecta casas diseñadas por maestros del pasado y el presente, buena parte de ellos de nacionalidad italiana, que se han convertido en arquetipos de la arquitectura nacional.
“Quisimos rendir homenaje a esos 30 arquitectos italianos del centenar que estuvo allá”, sostiene el comisario, Ramón Gutiérrez.
Brasil escogió dos instalaciones para ilustrar el diálogo entre diferentes generaciones existentes en la arquitectura moderna brasileña.
A través de la instalación “Peep” del StudioMK27, el arquitecto y cineasta Marcio Kogan muestra, gracias a 18 cámaras, cinco minutos de la vida diaria de la Familia Monte.
Con una cámara indiscreta, como si fueran pequeños ojo mágicos dispuestos sobre un muro negro construido en el histórico pabellón de los Jardines, se espían las contradicciones sociales de un país.
“Es la relación con el espacio de todas las clases sociales, presentadas con un estilo crítico y humorístico”, reconoce Kogan.
Igualmente divertida es la instalación “Riposatevi”, de 1964, presentada entonces en Milán (norte de Italia) por el renombrado urbanista Lúcio Costa: hamacas y guitarras rinden homenaje, casi medio siglo después, al pionero de la arquitectura moderna de América Latina.