El domingo 19 de julio y luego de 50 días en exhibición, finalizó en Buenos Aires la muestra de plástica ecuatoriana ‘Fibra, obra sobre papel’, que se realizó en el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini (CCC). No es la primera exposición de pintura ecuatoriana en la capital argentina. Hace mucho ya estuvo acá Oswaldo Viteri, y en los últimos tres años llegaron Luigi Stornaiolo, Oswaldo Guayasamín y Carlos Rosero. La novedad de ‘Fibra’ es que se trata de la primera muestra colectiva que reúne a tres generaciones de artistas ecuatorianos.
“Algo que nos permitió acceder a un arte que fundamentalmente desconocemos”, dice a este Diario la profesora de arte del Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA), Laura Lina. “Obviamente, hay hegemonías en el arte y en las universidades. Es como si el arte latinoamericano se redujeran a dos o tres países de cierta tradición, pero es algo que viene de nuestra propia formación”, dice.
Oswaldo Guayasamín, Enrique Tábara, José Unda, Miguel Varea, Carlos Rosero, Hernán Cueva, Jorge Velarde, Enriquestuardo Álvarez, Wilson Pacca y Nadya Pérez fueron los seleccionados para integrar esta muestra que “ya ha recibido interés de varias provincias del interior”, dice Yomara Rosero, coordinadora de este proyecto de Paradogma Cultural.
La recepción de ‘Fibra’ fue notable entre los porteños. “En una ciudad como Buenos Aires, muchas cosas pasan desapercibidas, en este caso no fue así. Se difundió mucho. Me llegaban constantemente mails que no eran de la organización, que me hablaban de la muestra. Eso quiere decir que estuvo muy bien organizada”, señala el argentino Jesús Marcos.
El trabajo de Paradogma a nivel comunicacional fue intenso. Los artistas que vinieron hasta Argentina tuvieron un sinnúmero de entrevistas con medios locales, que desplegaron grandes notas. En Página 12, La Nación, en la revista Ñ, en Clarín, Tiempo Argentino, Radio Nacional, por citar a algunos, divulgaron y comentaron la exposición.
Todo tuvo una base: Paradogma editó y distribuyó gratuitamente 400 catálogos a todo color, que incluían estudios sobre la historia del arte ecuatoriano. Por los centros culturales, restaurantes, museos y lugares turísticos se dejaron 12 500 postales. Además, el CCC imprimió 2 000 catálogos en blanco y negro de la exposición, también de las 10 000 programaciones mensuales que distribuyen por la ciudad.
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A pesar de la falta de diálogo entre artistas de la región –“la Unasur debería ser también cultural”, dice Marcos- , los dos consultados por este Diario sostienen que existen coincidencias en las expresiones contemporáneas.
“Pude ver que se viven procesos paralelos, como que hay algo continental. Por ejemplo, la obra de Cueva tenía similitudes con Diego Perrota, por ejemplo. Son esas relecturas que se hacen que tienen que ver con la identidad. Por ejemplo, se comienza con el indigenismo, se pasa por la abstracción y se vuelve a una cuestión identitaria con su propio discurso. Eso vi con Pérez, que combina lo artesanal, la idea del baile. Con dos o tres elementos genera algo identitario”, reflexiona Lina.
“La muestra nos permitió ver esa actualización de la búsqueda interna, del diálogo con el mundo que no quita en absoluto la preocupación por lo local. Por eso fue totalmente importante que llegaran con un arte que es casi desconocido, trayendo a tres generaciones y que comenzara por Guayasamín, que es un peso pesado. No quiero hacer nombres, pero vi que hay una muy buena generación de jóvenes, tanto en pintura, grabado y dibujo”, dice Marcos.
‘Fibra’ no fue solamente una exposición. Hubo también charlas y discusiones de arte ecuatoriano, en el que también participó el crítico cuencano Cristóbal Zapata. El nivel, para Marcos, fue realmente asombroso.
Tras un año y medio de trabajo, “el objetivo es difundir el arte ecuatoriano y hay interés en varias provincias del interior para llevar allá la muestra”, añade Rosero, quien además explica los criterios de selección que hubo. “Los artistas con alguna trayectoria recibieron una invitación directa. También se hizo una convocatoria, de la que se hizo cargo la Fundación Estampería Quiteña. 20 artistas participaron y se tomaron en cuenta sus propuestas, la técnica, etc. Las repercusiones fueron interesantes; 25 medios de comunicación de Argentina tomaron en cuenta la muestra”.