En los locales comerciales y otros espacios de Cuenca se colocaron varios afiches en los que se anunció‘Noche inolvidable’ con Diego Zamora. Fue un promocional del concierto que ofreció el 7 de este mes. Su objetivo era recaudar dinero.
Zamora, de 26 años, fue seleccionado entre 13 000 cantantes líricos del mundo para ofrecer un ciclo de conciertos en Austria, entre julio y agosto. Él requiere USD 6 000 para su viaje. Según él, el apoyo de las instituciones públicas y privadas es casi nulo. Por ello, optó por el concierto para financiar el desplazamiento.
Al barítono, que desde sus cuatro años está involucrado en la música y en el canto lírico desde el 2007, le resultó decepcionante saber que para realizar su concierto debía pagar impuestos a entidades como Asociación de Artistas, Consep, entre otras. “No hay excepción ni porque representaré al país”.
En su carrera se ha presentado con las orquestas Nacional y de Cuenca. Según él, solo la Dirección del Austro del Ministerio de Cultura le apoyó. Le entregaron USD 2 000 para los pasajes. “Es la única vez que me colaboran, en anteriores ocasiones cuando viajé a Perú, Alemania, Italia, Brasil y Argentina, he tenido que autofinanciarme o endeudarme”.
Una situación similar le pasa al artista plástico, Pablo Cardoso, quien tiene 27 años de trayectoria. Según él, solo en dos ocasiones recibió“un apoyo mínimo”. La primera vez, dice, fue cuando viajó a la Bienal de Venecia, en 2007. Le dieron USD 10 000. “Esa cantidad era la cuarta parte de lo que me costó el viaje”.
En una segunda ocasión, señala, recibió un financiamiento para la Bienal de Sao Paulo. Cardoso asegura que ese aporte le entregaron por pedido de esa bienal. “El Gobierno de Lucio Gutiérrez se vio obligado a realizar el aporte”.
A Cardoso, de 45 años, le molesta cuando recuerda que en más de una ocasión las instituciones se han aprovechado de sus viajes al exterior para promocionarse. Según él, en una ocasión en Lima se sorprendió porque los catálogos de sus obras tenían con el logotipo de la Embajada del Ecuador y al acto inaugural asistió un delegado del agregado cultural.
Para este cuencano, que ha representado al país en certámenes realizados en La Habana, Sao Paulo, Venecia, Nueva York, Italia y Haití, “la burocracia ha hecho que desista de conseguir fondos y prefiere endeudarse”.
Otros artistas que tienen criterios similares son el cantante y compositor José Luna y los miembros de la agrupación Ayllu Llacta. El primero viajó el pasado 8 de mayo a Alemania. Pudo hacerlo gracias al autofinanciamiento.
Luna, de 28 años, permanecerá hasta el 10 de julio en Alemania. “No puedo dejar de asistir a los eventos para los que he sido seleccionado, porque eso me permite adquirir nuevos conocimientos”.
A Ayllu Llacta tampoco le ha sido fácil conseguir fondos para sus viajes a Perú, Venezuela y Colombia. Esta agrupación de ritmos andinos cuando sale fuera del país apela a sus familiares para que colaboren con dinero, dice Stalin Pacheco, uno de sus integrantes.
La única ayuda que han recibido, señala Pacheco, es del departamento de Cultura de la Universidad de Cuenca, del que es parte este grupo. “Nos han financiado los pasajes o nos han dado contribuciones económicas”.
Según el director de Cultura del Municipio de Cuenca, Trosky Serrano, para julio próximo implementarán un fondo de unos USD 5 000 (aún no está definido si será anual o mensual), que servirá para apoyar a los artistas para capacitaciones, pasantías y viajes. A ese fondo podrán acceder a través de un concurso.
Serrano dice que entre las entidades que apoyan a los gestores culturales está el IECE. “Es lamentable que el artista no acceda a los créditos, no hay más de 20 postulaciones al año en Cuenca”.
Mientras el presidente de la Casa de la Cultura de Azuay, Carlos Vásconez, se lamenta que los fondos con los que dispone la entidad no permiten apoyar ningún tipo de viaje de los artistas o capacitación en el extranjero.
Tampoco pueden traer artistas del extranjero, dice Vásconez, para que realicen cursos. Las únicas veces que lo han hecho fue con Eduardo Galeano y Arturo Cariceo. Al primero le pagó la Universidad de Cuenca y el segundo se autofinanció.