La semana pasada en la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) se realizó un homenaje por los 50 años de carrera teatral de Antonio Ordóñez, actual director del Teatro Ensayo.
C uando se habla de Antonio Ordóñez se lo hace también del teatro. Este actor ecuatoriano cumplió 50 años de carrera, por lo tanto 50 años de invaluable aporte al teatro nacional.
Desde su primera obra junto al teatro Tzántzico: ‘Réquiem por la lluvia’, hasta su última, ‘El demonio en el fondo de los ojos’, el también actor ha demostrado su vocación por la poesía.
Antonio Ordóñez también es recordado por haber sido director del Teatro Ensayo en el país, actividad en la que se involucró gracias al italiano Fabio Paccioni, quien en 1996 le heredó este cargo.
Desde el momento en que Ordóñez fue director impulsó el funcionamiento del Teatro Ensayo en el Ecuador, continuando su actividad a pesar de las precarias condiciones de trabajo y, sobre todo, la falta de financiamiento, una constante que, a decir de él, se mantiene hasta estos tiempos.
Y es la perseverancia del actor lo que hace memorable su obra, perseverancia motivada por su incondicional amor al teatro; una virtud que la recuerda bien José Ignacio Donoso, quien en el homenaje a su compañero y amigo mostró su admiración por el artista, por la persona que creyó en el teatro ecuatoriano y luchó contra sus propios demonios para seguir impulsándolo.
Es precisamente esa lucha personal contra sus demonios lo que le llevó a escribir su último poemario ‘El demonio en el fondo de los ojos’.
Si bien sus amigos de siempre, como el también actor Víctor Hugo Gallegos o el presidente de la CCE, Raúl Pérez Torres, lo recuerdan como un poeta desde siempre; este poemario es el primero publicado por separado (antes colaboró con poemas para la revista Pucuna y publicó el ensayo ‘Signos sociales, signos teatrales en América Latina’).
Para Pérez Torres, el homenaje a Ordóñez resulta poco comparado con el aporte del dramaturgo al teatro nacional.
Recordó lo difíciles que fueron las épocas en que al Teatro Ensayo se lo expulsó de la CCE entre los años de 1976 a 1979, cuando en Ecuador gobernó una Junta Militar poco preocupada por el destino de las artes escénicas en el país. Por todo esto, la carrera artística de este hombre se vuelve ejemplar y memorable.
El dramaturgo ecuatoriano, medio en broma y medio en serio, dice que esto es solo un reconocimiento a sus primeros 50 años de carrera, “faltan otros 50 todavía”.
Y también agradeció el apoyo de la CCE, institución que le ofreció impulsar el teatro ensayo, dándole espacio en lo que ahora es el Teatro Prometeo.
Son 50 años de carrera pero su vocación por el teatro, como él dice, no terminará nunca.
_El contexto
Después de este reconocimiento, Antonio Ordóñez aspira continuar trabajando con la CCE. La nueva idea que tiene es la creación de un fondo de colaboración entre actores, que permita financiar obras de quienes empiezan en el teatro.