Uno de los muros blancos de Ileana Viteri Galería de Arte se llena casi en su totalidad con un políptico (‘Amores cínicos’), cuyas 12 piezas están apoderadas por la marca de la bestialidad. Algo rabioso e infantil se construye en esa imagen de animales salivantes perdidos entre calles, formas y colores.
Esta es una de las obras que integran la muestra ‘Pelea de gallos’, del quiteño Rafael Ruales.
La huella de la animalidad que está en el políptico se extiende hacia otros cuadros de características expresionistas. Niños y rostros, crestas y geometrías se descomponen en las imágenes. En estos se adivina la figura desde la mancha y el recorrido del pincel sobre el lienzo, un trazo irregular.
Son imágenes que se hacen de una superposición de capas o de planos, como si en la pintura el artista se abriera a la multiplicidad de seres que pueden cohabitar en un mismo individuo, o a la simultaneidad de dimensiones, para con ella evadir la linealidad del tiempo. Curiosamente en esa simultaneidad es recurrente una figura que observa o controla todo color y forma, todo gesto y actitud; a veces es un rostro o un ojo, otras un ente que autoritariamente domina los elementos del cuadro.
En las piezas bajo el título de Angustias hay bocas enormes dispuestas a engullirlo todo y a la asfixia. Y la huella de la animalidad también se hace presente con un impulso que pondera sobre la armonía y el equilibrio.
Con el mismo sentido expresionista, Ruales propone otros cuadros donde priman los pasteles y cabe lo caricaturesco dentro de un contexto urbano, como un gesto sardónico ante la realidad.
También están los abstractos, composiciones de una dualidad cromática, entre negro y verde. Allí se juega con el círculo relleno de color sobre un fondo oscuro y se presta para una dialéctica de texturas y marcas sobre el óleo.