Despojemos al término ‘aburrimiento’ de su connotación negativa. Extrapolada esa palabra al arte de Marcelo Aguirre, deviene en disparador para la creación, en posibilidad para plantar cara al ‘bloqueo de artista’ y engendrar muestras como ‘Variaciones de un mismo tema’, su más reciente creación artística que, hasta finales de junio, será exhibida en la galería guayaquileña NoMínimo.
Sumergido en un estado de tedio; así se encontraba el artista quiteño. Hasta que dejó “que las cosas sucedan”, como él llama a lo que le ocurrió. El inacabado resultado (porque son los espectadores -y no él- los encargados de concluir su obra) fue un cúmulo de obras que exploran lo corporal.
“La angustia es una condición necesaria de la liberación”, aseguraba Alexandre Kojève, citado, a su vez, por Damián de la Torre en su texto ‘Aguirre: la liberación impregnada sobre la tela’. Y es en esta catarsis que Aguirre logró no repetirse respecto de sus anteriores propuestas.
Esta vez, ‘documentó’ gestos corporales (usando su cuerpo como molde para partir, mas no para concluir) y los subvirtió para mostrar la infinidad de prácticas corpóreas que existen y forman parte de convenciones sociales.
En esta obra de Aguirre, que llega después de haber creado su serie ‘Ancestros’ (presentada el año pasado), aparece la ‘corrección’ corporal, encarnada en los cuerpos que asoman ‘correctamente’ parados, ridículamente rígidos como en evento de lunes cívico.
Pero también otros esqueletos desparramados que se regodean con su informalidad, casi deformidad y subversión.
Brazos bravuconamente entrecruzados y otros más frescos que asoman con jovial soltura. Entrepiernas recatadas, sin ánimo de desafiar las etiquetas sociales; y otras lo suficientemente abiertas como para enorgullecerse de su infracción social.
Para la investigadora María Amelia Viteri, esta muestra es “una posibilidad de subvertir, desde el lienzo, el cuerpo y sus significantes”.
Así el cuerpo es situado por Aguirre en un contexto en el que se archivan sus prácticas. Pero no como una reproducción literal, sino como una recreación cuestionadora de las múltiples posturas corporales que a diario moldeamos, pero en las que muy poco nos fijamos. Más desapercibidas aún pasan las significaciones a las que obedece cada postura.
Entonces, el aburrimiento en Aguirre podría leerse como un gesto de gratitud. Como una oportunidad para indagar en aquellas prácticas corpóreas que las sociedades, en actitud absolutista y conservadora, asumen como ‘válidas’ y en aquellas que rechazan por considerarlas políticamente incorrectas. Precisamente, lo que Aguirre nos presenta en esta ocasión es un tratado sobre la política del cuerpo. Un tratado que partió, vale la pena recordarlo, de un fructífero bostezo.
Marcelo Aguirre nació en Quito, en 1956. Es uno de los pintores ecuatorianos más representativos de los últimos tiempos; en los años 90 ganó el Premio Internacional Marco, uno de los más prestigiosos a escala mundial. Actualmente coordina
la Galería Arte Actual, que pertenece a la Flacso.