Un vista de una presentación de Culebra cascabel en el nuevo Espacio Muégano Teatro, ubicado en el centro de Guayaquil. Foto: Cortesía Manuel Larrea.
Músicos dispuestos a indagar en las posibilidades de su cuerpo y su presencia escénica, y actrices investigándose como dramaturgas del sonido. El espectáculo ‘Culebra cascabel’, que congenia música, teatro, danza y narración oral, busca romper los esquemas de diferentes disciplinas artísticas mediante un hilo de improvisación.
Un pianista y músico experimental (Manuel Larrea), una narradora oral (Ángela Arboleda), una actriz de teatro (María Coba) y un diseñador sonoro (Jorge ‘Chícaro’ Cevallos) hacen parte del ensamble escénico.
El espectáculo de improvisación, un ejercicio de libertad y sensibilización colectiva en el que incluso participa el público en una previa, se presenta el primer miércoles de cada mes (hasta diciembre de 2018), en el nuevo Espacio Muégano Teatro de Guayaquil. El ensamble se presentará el próximo 4 de julio, a las 19:00, en su segunda fecha.
Larrea, compositor de música popular contemporánea y director del espectáculo, contó que la idea del ensamble surgió de retomar una serie de ejercicios que realizó con otros músicos en 2013, basados en el juego sonoro de Cobra, ejercicios de improvisación colectiva del compositor y saxofonista estadounidense John Zorn.
La apropiación local de ese juego, ya no sólo con músicos sino también con actores y cultores de otras disciplinas artísticas pasó a llamarse en vez de Cobra, ‘Culebra cascabel’, una serpiente endémica del continente americano, con movimientos tan sinuosos e impredecibles como los de la pieza.
El montaje interdisciplinar trabaja a partir de la improvisación libre y de la interrelación de las disciplinas de las que viene cada integrante. “No existe ni texto ni dramaturgia, es una hora de improvisación en un estado de adrenalina tremendo, con sesiones que pueden alcanzar su clímax y final en cinco minutos o que se pueden extender por 60 minutos. Si terminan pronto, solo tomamos aire y volvemos a empezar”, explicó Larrea.
El director hace el papel de un ‘Derviche tropical’, un guía que desde su posición en el teclado va soltando pistas sobre lo que cada integrante podría encontrar en ese universo. El detonante es el movimiento, entendido también como vibración, según el músico.
María Coba, actriz y docente de la Universidad de las Artes (UArtes), ocupa un lugar en el grupo con su ‘Gimnasio radial’, un armatoste con la base de un amplificador, un parlante, una pera de boxeo y hojas colgadas.
“Trabajamos la escucha y la mirada atenta, la acción-reacción, el silencio y lo lúdico, arriesgando otras formas de hacer. He revalorado la escucha. A media que vamos encontrándonos el trabajo de la escucha ha sido fundamental”, dijo Coba, coordinadora del Centro de Prácticas Corporales de la UArtes.
La narradora oral Ángela Arboleda monta un ‘Tablao Hablao’, un baúl y una tabla desde la que lee, cuenta y transgrede la tradición de la danza flamenco, en base a su fascinación por las bailadoras ibéricas. La idea es acercarse y rozar disciplinas que no son las suyas, en conexión con los otros integrantes y con lo que sucede en escena.
La actual alineación la complementa Jorge Cevallos, como ‘Digitador de estados alterados’. El diseñador y músico cuenta con una serie de artilugios que incluyen un sintetizador, una computadora, un violín y un teléfono sujeto a su muñeca sincronizado para producir sonido dependiendo del movimiento del arco.
El grupo utilizará la figura de la Silla vacía, una herramienta democrática en realidad poco utilizada en los concejos Municipales, para incluir a invitados. El 4 de julio estará Alisa Pincay, una ilustradora, registrará en papel lo que vaya sucediendo en escena.
También se planea invitar en las próximas fechas a Emilio Guim, un programador que llevará un maniquí de movimientos autónomos; y a Elena Sánchez, una costurera con su ruidosa máquina de coser, que planea confeccionar un vestido en la hora de duración del espectáculo escénico.