Hace un año, la cuencana Maricela Montero, de 30 años, se enteró por una amiga que un perro estaba abandonado en una calle del sureste de Cuenca. Su idea era llevarlo al veterinario y luego al colectivo Peluditos para que lo cuidaran.
Pero cuando lo vio con cortaduras en las patas y cuerpo se puso a llorar y sintió una conexión con la mascota y decidió quedárselo. Le puso el nombre de Dulce.
Esta cuencana tiene otro perrito adoptado y se llama Rocky. Este animal lo recogió en la Fundación Arca, que funciona desde hace 11 años en la capital azuaya, en el Austro de Ecuador.
Rocky estaba desnutrido y enfermo y esta abogada lo adoptó. Para ella son sus hijos y siempre está pendiente de lo que les ocurre. Duermen en su habitación en una cama improvisada.
Para adoptar un perro se debe cumplir ciertos requisitos. Según la administradora de la Fundación Arca, Diana González, para iniciar el proceso toda la familia debe estar de acuerdo y demostrar que puede ofrecer un lugar seguro y que no lo maltratarán.
El trámite puede durar hasta una semana y se debe cancelar USD 15 como un aporte para que la fundación cuide a otros animales.
El año pasado, esta organización entregó 350 perros en adopción y, en la actualidad, tiene 250 para entregar. “La mayoría de peticionarios es mujer”.
Otra cuencana que adoptó un perro es Geovanna Zabala, de 14 años. Ella se enteró por su tía que un perro había sido abandonado y que estaba en la clínica veterinaria Solidaria.
Zabala dice que al principio su padre no quería que lo adoptara, porque ya tenían otra mascota en la casa, la gata Lola. Pero logró convencerlo junto con su madre, Germania Yánez.
Luna fue el nombre escogido y desde entonces duerme al pie de la cama de los padres de Geovanna.
Pero el amor por los animales es más profundo en Carmen Ávila, quien convirtió a su casa en un centro temporal de rescate de animales. Ella dice que a las cuencanas les gusta adoptar, pero que todavía hay un gran número de animales en la calle. “Por lo general se interesan las estudiantes o mujeres profesionales solas o con hijos grandes”.
En su casa tiene cuatro perros adoptados. Canela, Dolly, Corina y Pulchungo no le dejan caminar ni un solo rato. Ella juega con sus mascotas y está convencida que no son los animales que se cree, “no solo sirven para ahuyentar a los ladrones sino que son como niños”.
De acuerdo con datos de la Unidad de Gestión Ambiental del Municipio de Cuenca y de la Fundación Protectora de Animales Arca, en la capital azuaya hay 110 000 perros y más de la mitad vive en la calle de la zona rural. En el área urbana hay un perro por cada cinco habitantes y en la rural apartada uno por cada 1,5 personas.