El Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares abrió talleres al público. Foto: Cortesía Cidap..
Con dedicación y paciencia van tallando uno a uno los instrumentos de viento para asegurarse de que produzcan los sonidos apropiados. Los rondadores, flautas y silbatos son solo una parte del baúl que guarda Adolfo Idrovo.
El musicólogo, de 64 años, no viene de una larga tradición de músicos. En su familia es el único. “Me regalaron una quena y una zampoña y se formó el grupo de música del colegio”, cuenta. Idrovo había estudiado en el Conservatorio de Música de Cuenca José María Rodríguez, ahí aprendió a tocar la flauta dulce.
Pero los instrumentos ancestrales lo llamaron y, en sus palabras, “rompió con lo clásico” y entró a la música andina. Su pasión fue tal que decidió dedicarse a eso y empezó a investigar cómo fabricar los instrumentos. Daba clases en algunos colegios y, para formar los grupos de música, construía los instrumentos utilizando plástico.
Luego estudió en la Universidad del Azuay y ahora dicta talleres junto al Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares con sede en Cuenca. En esta ciudad se realiza actualmente el segundo módulo del curso Sonidos Ancestrales. La primera parte estuvo enfocada en instrumentos de viento.
Se fabricaron silbatos de tren, silbatos de coco, payas, doble pingullo, ruco pingullo, rondadores, entre otros. El rondador, por ejemplo, se elabora con caña de carrizo. Antiguamente se usaban plumas de cóndor.
Para su composición se unen varios tubos de distintos tamaños. Su sonido se asemeja al del canto de las aves.
La quena tiene una forma similar a la de una flauta; está hecha de un tubo de caña o madera y tiene siete agujeros, seis adelante y uno atrás.
Esta semana se inició el segundo módulo del taller. Durante este período se trabajará en instrumentos de percusión. El palo de lluvia, por ejemplo, consiste en un tubo lleno de semillas o piedras para simular el sonido del agua. Las maracas y el bombo también serán parte de este curso.
Para Idrovo, es de suma importancia el reconocimiento de los saberes ancestrales. “Los jóvenes son quienes deberán mantener vivas nuestras tradiciones y por eso el curso está dirigido especialmente a ellos, para que se maravillen con las cosas que pueden hacer con la música”, indica.
Los alumnos realizan entre 8 y 12 instrumentos al finalizar el taller. Las clases se dictan de 16:00 a 19:30 en el Cidap (Hermano Miguel 3-23 y Paseo 3 de Noviembre). Los participantes deben cubrir únicamente el costo de materiales (USD 30).