María Illescas dice que con la venta de hierbas rescata la forma ancestral de tratar las afecciones y dolencias. Foto: Lineida Castillo/El Comercio
Como Farmacias naturales-caseras se denomina a uno de los espacios del mercado 10 de Agosto, en el Centro Histórico de la capital azuaya. Allí, se comercializa una diversidad de plantas medicinales de la Costa, Sierra y Amazonía.
El pintoresco espacio es conocido por los azuayos. Los 20 puestos están ubicados en la segunda planta y están ordenados uno frente al otro. Los mostradores están abarrotados de grandes bultos de hierbas y flores frescas y secas. El olor es penetrante.
En este lugar se ofrecen las hierbas conocidas como la manzanilla, matico, llantén, toronjil, sábila, hinojo, romero y otras. Son más de 100 variedades. Sus compradores las utilizan para prevenir o tratar resfríos, infecciones de las vías urinarias, nervios o dolores.
También hay plantas con nombres poco conocidos como la suelda con suelda, carne humana, shullo, guaviduca, cashamarucha y chilchi-maní. Con estas se hacen infusiones o esencias para aplicar como cicatrizantes, tratar fracturas, infección de la próstata o prevenir el cáncer, de acuerdo con sus vendedoras.
Por lo general, los clientes llegan con una lista escrita en papel de las plantas que necesitan. Desde hace tres décadas, la cuencana María Illescas, de 67 años, está dedicada a este negocio. Según ella, por su experiencia identifica a cada una de las plantas y conoce sobre sus propiedades.
Su puesto es uno de los más visitados. “El cliente siempre se va con lo que necesita”, dice mientras levanta un bulto y saca un atado de gordolobo y pide a su vecina moradilla, que no disponía en su puesto. Fue el pedido de Ana Murillo.
Con ambas plantas más llantén, cola de caballo y la bolsa sagrada, Murillo prepara una bebida para ella y su esposo con la intención de evitar infecciones de las vías urinarias. “(El mal) de la próstata es un mal que aqueja a casi todos los hombres y se puede prevenir tomando a diario esta agua”, aseguró Murillo.
Según Illescas, hay plantas curativas que –con el paso de los años, por la deforestación o afectación al ambiente- se han perdido de los bosques o huertos. Entre otras, menciona que el gordolobo solo crece en las faldas del volcán Guagua Pichincha.
Por eso una rama cuesta USD 1,50 y es una planta que tiene demanda, dice Illescas. Pero la mayoría de las plantas medicinales se cultiva en las huertas de las comunidades, ubicadas en las zonas altas de las parroquias cuencanas de El Valle, Baños y Nulti.
Las de clima frío como el shullo, culantrillo de pozo y poleo llegan de los páramos y humedales. Mientras que de la Amazonía arriban el shipalpar, las hojas de guanábana y la guayusa, que se utilizan como energizantes o para baños pospartos o recaídas.
Los campesinos son quienes más optan por la medicina natural porque aprendieron de sus bondades y usos de sus antepasados, dice la vendedora Anita Ramón. “Llegan para comprar lo que en sus huertas o propiedades no cultivan”.
“El hombre siempre mantuvo un íntimo contacto con las plantas y los animales, pues de ello dependía su subsistencia, y esto le permitió acumular conocimientos de las especies que utiliza”, explica el vendedor Jorge Ginín.
Él es oriundo de la parroquia cuencana de Baños. Sus padres le enseñaron sobre las propiedades de las plantas, pero también ha leído libros sobre este tema. “Cuando la gente nos consulta sobre alguna planta les informamos de su uso, propiedades y donde se cultiva. Les asesoramos”.
Algunas de las vendedoras como María Illescas también están preparadas para realizar limpias y curas de susto y espanto. “La experiencia y la relación con las plantas me dieron el conocimiento y sabiduría para estas prácticas”.
Ella cuenta que entre las flores que más se vende a diario están las violetas, los claveles, los pensamientos, entre otras variedades, que crecen en las laderas de las montañas, y que utilizan para baños ceremoniales y para controlar los nervios. Juan Landi compró esas flores para bañar a su esposa que dio a luz hace cuatro días.
Los puestos de este mercado también ofrecen una diversidad de colonias, esencias y extractos naturales como Hombre de Bien, Mano de Dios y otros que utilizan para los baños especiales.
También, aguas y bebidas preparadas con el pulcre, que se obtiene del penco al que le atribuyen propiedades nutricionales para combatir anemias, señala Ginín.