Además de la nominación al Goya, consiguió el premio de la popularidad y una mención de honor en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de Cuba. Foto: captura de pantalla
Con su ópera prima, ‘Vestido de novia’, la cubana Marilyn Solaya aspira al Goya a mejor filme iberoamericano, una posibilidad que le emociona por el gran apego que siente por España y por el mensaje que quiere lanzar con su trabajo, hecho “para las personas prejuiciosas y que se creen superiores”.
Inspirada en la primera persona que se sometió a una operación de cambio de sexo en Cuba, en 1988, la película “aporta la frescura de una mirada diferente, de una generación diferente, pero sobre un tema universal“, explica Solaya en una entrevista con Efe en Madrid, adonde ha viajado para asistir el sábado 6 de febrero de 2016 a la gala de entrega de los Goya.
Además de la nominación al Goya, consiguió el premio de la popularidad y una mención de honor en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de Cuba, el de la audiencia del Festival de Málaga (España) y ha participado en los certámenes de Turín (Italia), Zúrich (Suiza) o Fráncfort (Alemania).
“Me conmueve que la Academia (de cine español) haya nominado una película tan compleja, ha demostrado una gran sensibilidad”, agrega tímidamente.
Pero sonríe cuando recuerda el día de la nominación -“Me quedé pasmada”, asegura- y que cree que su película ha despertado interés porque es “una historia humana contada desde la perspectiva de los personajes“.
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Solaya comenzó a trabajar en la película en el año 2000 sobre una historia real de la que no se había hablado mucho pese a que en su momento fue un asunto mediático y que provocó reacciones tan contrarias como la prohibición de este tipo de operaciones, que no se volvieron a autorizar en la isla hasta 20 años después de la primera cirugía.
Desde el año 1994 en que se sitúa la película las cosas han evolucionado, aunque no tanto como Solaya desearía. Se desarrollan jornadas contra la homofobia, existe un Centro Nacional de Educación Sexual y hay más de 30 personas operadas de cambio de sexo.
“Es un trabajo educativo desde el silencio”, dice Solaya, que lamenta que Cuba fuera “el primer país iberoamericano en aprobar el divorcio pero el machismo haya impedido una mayor evolución en temas de identidad sexual”.
Solaya resalta estos hechos desde el dolor de una persona que ama Cuba -lo resalta con vehemencia- y que pese a todo ha conseguido acabar su película y aportar así algo a la sociedad.
“Es una película que me ha dado muchas satisfacciones y además, siento que he cumplido mi pequeña misión como comunicadora. Hacer algo por alguien es el mayor premio” reflexiona Solaya, para quien el cine “debe servir para algo más que para entretener (…) te tiene que dejar algo”.