Beeple comenzó con sus ‘Everydays’ en el 2007, inspirado por el artista Tom Judd, quien como parte de uno de sus proyectos artísticos hizo un dibujo todos los días durante un año. Foto: redespress.wordpress.com
El 11 de marzo pasado, Beeple (nombre artístico de Mike Winkelmann) se convirtió en uno de los tres artistas vivos más cotizados del mundo junto a Jeff Koons y David Hockney. Ese día, la casa de subastas Christie’s vendió ‘Everydays: The First 5 000 Days’ en USD 70 millones.
La obra es un collage digital de las imágenes que Beeple creó y compartió de forma gratuita durante los últimos 13 años. Con su venta se posiciona al criptoarte y se legitima una nueva dinámica en el mercado del arte, en la que los activos token no fungibles (NFT, por su sigla en inglés) cobran un papel protagónico.
Los NFT son contenidos digitales únicos que para probar su autenticidad utilizan la tecnología ‘blockchain’ (base de datos común, de la que todos los integrantes de una red guardan una copia), y que funciona como una especie de libro contable, que registra cada una de las transacciones que se realizan.
Aplicados al mercado del arte, los NFT solucionan el problema de la originalidad de una obra de arte digital, concediendo un certificado que avala la autenticidad, el carácter único y la propiedad de la obra de un artista. Hasta hace unos años, la única certeza para los coleccionistas era la palabra del merchante, del galerista o del artista.
Este nuevo mercado del arte despegó con el lanzamiento, en el 2017, de los CryptoPunks, 10 000 personajes digitales coleccionables generados de forma única, que pueden ser propiedad oficial de una sola persona. Esos fueron los primeros token no fungibles de Ethereum, plataforma que sirve para programar contratos inteligentes.
La mayoría de obras que circula actualmente en el mercado de los NFT son creadas por diseñadores, animadores, programadores y desarrolladores de videojuegos. Winkelmann, por ejemplo, es un programador de 39 años, que vive a las afueras de Charleston, Carolina del Sur, con su esposa y sus dos hijos. Creció en un pequeño pueblo de Wisconsin y las únicas clases de arte que recibió fueron durante su primer año de secundaria.
En la Universidad de Purdue entró en un programa de informática, pero luego se dedicó a filmar cortometrajes con su cámara web y aprendió diseño digital, inspirado en el trabajo de la videoartista Chris Cunningham y el estudio Designers Republic.
Beeple comenzó con sus ‘Everydays’ en el 2007, inspirado por el artista Tom Judd, quien como parte de uno de sus proyectos artísticos hizo un dibujo todos los días durante un año.
Al principio eran garabatos en papel, sobre todo caricaturas y mujeres desnudas. Después utilizó Cinema 4D, un paquete de software 3D, para ilustrar digitalmente. Con el tiempo comenzaron a aparecer las distopías y utopías tecnológicas que lo hicieron popular en redes sociales, como Facebbok o Instagram, en donde acumula más de 2 millones de seguidores.
El ‘Everydays’ del jueves pasado se titula ‘Toasted Pastafarian’. En la parte de adelante de la imagen aparecen un hombre y una mujer de sonrisa suelta acompañados de su perro y a sus espaldas una casa, de cuyo techo salen dos hamburguesas voladoras.
Beeple no es el único criptoartista famoso, también están Pak, que ha vendido 1 643 obras de arte digital por un valor de más de USD 7,25 millones; Trevor Jones, que ha vendido más de 1 100 obras, que le han reportado ingresos por USD 4,6 millones y cuya obra más valorada es ‘Genesis’; y Hackatao, el seudónimo de Segio y Nadia, un dúo de artistas que han vendido 530 obras por más de USD 4,4 millones.
El collage digital que volvió millonario a Winkelmann es una ‘rara avis’ en el mundo del cripoarte, por su filón satírico-político; porque entre los contenidos digitales con mayor demanda están los memes y los gifs.
En febrero, el The New York Times publicó la noticia de que una versión especial en gif de Nyan Cat, uno de los gatos más íconos de Internet, creado por el artista Chris Torres, había sido vendida por medio millón de dólares.
El mercado de los NFT también se está convirtiendo en un mundo atractivo para artistas de renombre, como el británico Damien Hirst, que hace poco incursionó en este mundo con una serie de ocho grabados llamados ‘Las Virtudes’, que representan una serie de flores de cerezo.
Su arribo a este mercado estuvo acompañado de un comentario en su cuenta de Instagram en la que escribió: “Es difícil para cualquiera de nosotros confiar en algo en esta vida, pero de alguna manera lo manejamos e incluso encontramos el amor. Amo el arte y amo el mundo de las criptomonedas y estoy feliz y orgulloso de poner mi fe en Bitcoin y Ether”.
Más allá del debate sobre qué es arte y qué no lo es, el coleccionismo de códigos, bytes y píxeles parece que va a seguir consolidando su presencia a escala mundial. En ese contexto, quizás lo importante sea pensar, como decía Walter Benjamin, que coleccionar finalmente es una forma más de recuerdo.