En el marco de la Fiesta Escénica en Quito, la Fundación Teatro Nacional Sucre en coproducción con la Alianza Francesa Quito presentaron la obra ‘Mañana es mañana’. La función se realizó la noche de este viernes 28 de octubre en el escenario del teatro Variedades Ernesto Albán, en el Centro Histórico, con un aforo lleno.
La obra es una producción de Cridacompany, una compañía circense franco-catalana que nació hace una década en Touluse, tras el encuentro de Jur Domingo Escofet y Julien Vittecoq. Ambos artistas se juntaron con la idea de desarrollar proyectos escénicos a partir de una propuesta que combine el lenguaje de las artes circenses, la danza, el canto y la actuación.
De esa alianza surgieron ‘On the Edge’ (2007) y ‘Aïe’ (2010), dos obras donde el cuerpo se convierte en la principal forma de expresión de un nuevo lenguaje escénico. Pero con ‘Mañana es mañana’ el trabajo creativo se expande en busca de situaciones que coquetean con el humor y nuevos personajes, que nacen con la incorporación de Gabriel Agosti y Anicet Léone.
Durante la obra, la emoción y el instinto operan como un motor del cuerpo que se convierte en conductor de sensaciones y sentimientos en un performance que abandona la interpretación predefinida para dar paso a una expresión artística de estilo más bien libre.
La obra inicia con un juego cíclico de manos en un rincón del tablado que de pronto cambia de protagonista para transformarse en un acto de danza contemporánea donde el cuerpo del actante va perdiendo simbólicamente el dominio de sus movimientos por una fuerza externa e incontrolable.
Luego el cuerpo vuelve a cobrar su impulso vital que lo arroja a ese algo a alguien que en un momento lo sostiene y al siguiente lo arroja sin piedad. El ritmo aumenta en una sucesión de movimientos súbitos que asombran por el riesgo que implican y que fascinan por el espectáculo que generan.
Es una obra de actos y situaciones sucesivas que, sin dejar de ser danza, muta hacia el espectáculo circense, para luego dar un paso hacia la música y el video. En esa sucesión los cuatro actores en escena dominan el espacio en perfecta sincronía y dejan que su cuerpo sea instrumento y voz, lágrima y risa.
Con esta muestra escénica el epicentro de la cultural francófona en Quito rindió un homenaje al Teatro Nacional Sucre en sus 130 años de creación.