En Islandia opera la empresa Genesis-Mining, dedicada a crear criptomonedas como Bitcoin. Foto: EFE
El Petro, lanzado esta semana por el gobierno de Venezuela, es una incógnita en el mundo de las criptomonedas.
Estas divisas digitales nacieron en el 2009 de la mano del Bitcoin, con el objetivo de crear un nuevo tipo de dinero independiente de los gobiernos y de los bancos centrales. El Petro incumple este principio, y además ofrece garantías como petróleo, gas, oro y diamantes para conseguir compradores.
Las criptodivisas, en cambio, tienen como respaldo la tecnología que está detrás de ellas: el blockchain, un sistema que garantiza seguridad y confidencialidad en los pagos y transacciones. De todas formas, el Petro comenzó a colarse en el mundo de las monedas digitales porque en el proceso de su creación combinó varios elementos que son muy conocidos en esta comunidad virtual: tokens, blockchain, ICO (Ofertas Iniciales de Moneda, por sus siglas en inglés), etc. Pero en el fondo, el Gobierno venezolano busca desesperadamente recursos a través del Petro, debido a que se le han cerrado otras formas de financiamiento internacional.
Se trata del primer Gobierno que acude al mercado de criptomonedas para cubrir sus necesidades fiscales. Hasta el viernes pasado, Venezuela dijo que de las ofertas que ha recibido por el Petro sumaron USD 1 000 millones y que la mitad son en Bitcoin y Ethereum, dos de las divisas digitales con mayor valor de mercado.
La incursión de Venezuela en el mercado de las criptomonedas ha causado varias preocupaciones. La primera es que el Petro será emitido y regulado por un gobierno que ha pulverizado el valor de su moneda, el bolívar, el cual ha perdido su valor por una hiperinflación que se proyecta en 13 000% este año, según el FMI.
Y en el mundo de las criptomonedas, el valor de ellas está determinado por la confianza, algo que no puede ofrecer Venezuela por el momento. Y la segunda distorsión, quizá la más importante, es que el emisor es un ente público, cuando las criptomonedas nacieron y se han desarrollado en el sector privado durante los últimos nueve años.
Este fenómeno ha sido una gran oportunidad para posicionar el pensamiento de economistas liberales, quienes se oponen a la intervención del Estado en la economía. La escuela austríaca impulsa este pensamiento y su máximo exponente fue Friedrich Hayek, premio Nobel de Economía en 1974.
Él fue partidario de que las monedas compitan entre sí y que sean emitidas privadamente. Es decir, que empresas individuales emitan billetes que no estén respaldados por ningún producto o bien de consumo. “En cierto modo, Hayek quería privatizar la banca central”, escribió Robert P Murphy en julio del 2014, en un artículo publicado por el Instituto Mises, que promueve la economía de mercado.
Ese objetivo se podría alcanzar cuando el mundo sea gobernado por las criptomonedas, que ya están en manos privadas y vienen ganado aceptación a escala global. Actualmente hay unas 1 500 criptomonedas circulando por el mundo y su valor de mercado suma USD 432 000 millones.
Las criptomonedas y la tecnología blockchain están consideradas como uno de los fenómenos disruptivos del siglo XXI, pues ofrece cambiar dramáticamente el mundo de las finanzas y de la banca. Y una consecuencia sería que el monopolio de la emisión de dinero llegue a su fin, lo que sería una forma de regresar a la época en que las economías funcionaban sin la presencia de los bancos centrales, que por ahora son los únicos que pueden emitir divisas.
Ecuador vivió medio siglo en una situación similar. Hay que recordar que la primera Ley de Bancos, dictada en 1871, incluyó disposiciones para que la banca privada pueda emitir papel moneda, pues en esa época no había el Banco Central. La norma disponía que los bancos privados respalden la emisión de sus billetes con reservas en metálico (oro). La emisión de papel moneda estuvo a cargo de dos bancos privados: el Banco del Ecuador y el Banco Comercial y Agrícola, ambos de Guayaquil.
Pero el abuso del crédito, los problemas de balanza de pagos del país, la falta de controla los bancos y los cambios legales que permitieron la emisión de billetes sin respaldo (1914) llevaron a una crisis que desembocó en la creación del Banco Central, en 1927. Ahí se eliminó la opción de que el sector privado emita su propio dinero.
Con las criptomonedas, esta posibilidad puede volver. Sin embargo, será necesario superar varios problemas, ya que el mercado del dinero digital no se encuentra regulado y eso es un atractivo para quienes quieren hacer negocios, legal o ilegalmente.
De ahí que países como Ecuador no autorizan el uso de las criptomonedas, porque no tienen respaldo y su valor se sustenta en la especulación. Pero también se presta para cometer delitos. “El mundo digital ha transformado prácticamente todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo la noción de riesgo y de criminalidad”, escribió Steve Grobman, experto de la empresa McAfee, según una nota de la agencia AFP de esta semana.
Según el mismo autor, la cibercriminalidad cuesta USD 600 000 millones al año en todo el mundo, una cifra en aumento en razón de la creciente competencia entre piratas y el auge de las criptomonedas.