El covid-19 replantea la soberanía y el modelo globalizado

El avance de la pandemia despertó el nacionalismo en algunos países que defienden el libre comercio. La globalización puede salir fortalecida tras la crisis. Foto: Pixabay

El avance de la pandemia despertó el nacionalismo en algunos países que defienden el libre comercio. La globalización puede salir fortalecida tras la crisis. Foto: Pixabay

El avance de la pandemia despertó el nacionalismo en algunos países que defienden el libre comercio. La globalización puede salir fortalecida tras la crisis. Foto: Pixabay

La primera reacción ha sido encerrarse, cuidar a los miembros de la casa, mantener distancia, comprar lo mínimo, abastecerse en la tienda de barrio. La respuesta de las familias ante el avance de la pandemia por el covid-19 ha sido una respuesta natural al miedo a contagiarse, a morir.

En una perspectiva más amplia, la misma reacción han tenido los gobiernos, cerrando sus fronteras, restringiendo la circulación y asegurando la producción para su gente, además de prohibir o restringir la exportación de mascarillas y de otros insumos médicos para enfrentar la pandemia.

En apenas tres meses del 2020, el covid-19 ha desbaratado las redes del comercio mundial y, por ende, ha puesto un alto a la globalización que ha reinado por varias décadas gracias a la eliminación de las restricciones comerciales.

Los efectos de la pandemia y las primeras medidas para evitar su propagación han tenido efectos significativos sobre las economías de todos los países. La dificultad para producir, distribuir, vender y, en general, para mantener la cadena de pagos se está traduciendo en una caída en la demanda e iniciando una espiral recesiva que, globalización mediante, afectará de diversas maneras a todos, dijo la Organización Internacional del Trabajo.

Pero mientras aumenta el número de contagiados a lo largo y ancho del planeta, el mundo mira cómo afloran el nacionalismo y la soberanía en países que antes rechazaban medidas proteccionistas.

Esta semana, la canciller alemana, Angela Merkel, dijo que una de las lecciones de la pandemia es que Europa debe ser “soberana” en la producción de mascarillas, en referencia a lo difícil que ha sido conseguirlas en el mercado internacional. “Aunque este mercado esté actualmente en Asia, es importante que aprendamos que tenemos la necesidad de una cierta soberanía, al menos de una base para efectuar nuestra propia producción”, en Alemania o en Europa.

En Francia, el presidente Emmanuel Macron también tomó el ejemplo de las mascarillas para plantear una soberanía a largo plazo. “Debemos producir más en Francia porque esta crisis nos enseña que para ciertos bienes, ciertos productos, ciertos materiales, su carácter estratégico exige una soberanía europea. Debemos producir más en suelo europeo para reducir nuestra dependencia y estar preparados para el largo plazo”.

Al otro lado del océano, en Ottawa, el ministro de industria de Canadá, Navdeep Bains, se embarcó en una tesis similar. “Además de la adquisición inmediata de mascarillas, estamos en el proceso de finalizar un acuerdo para apoyar el desarrollo de la capacidad de fabricación en Canadá”, según el diario Macleans. “Fortalecer nuestro suministro interno sigue siendo un objetivo central: asegurarnos de que tengamos la capacidad de construir estas mascarillas en Canadá”.

De repente, los líderes políticos de países que han defendido la globalización y el libre comercio hoy aparecen menos convencidos de sus beneficios.

Con el fin producir a menores costos y ser más competitivos, los gobiernos dejaron que sus empresas trasladaran las fábricas a regiones donde se pueda producir al menor costo posible, sin importar si eso significaba perder la soberanía que hoy están reclamando.

Lo anterior puede llevar a que los países diseñen planes individuales o regionales y que las reglas del libre comercio cambien. Alicia Bárcena, secretaria de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), señaló a la agencia EFE que a futuro se verá un mundo mucho más regionalizado que global. “Cada región se va a proteger a sí misma. Europa para los europeos, Asia para los asiáticos. Por eso, tenemos que buscar una integración más profunda desde México hasta Tierra del Fuego. No podemos contar con Estados Unidos, que no tiene sentido de comunidad”.

Por eso, cuando pase la crisis del covid-19 y el mundo vuelva a una nueva normalidad, la pregunta es si la globalización que regía hasta el año pasado se mantendrá igual. O si emergerá un nuevo orden mundial, como ya ocurrió en 1945 luego del fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando aparecieron instituciones globales como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y se sentaron las bases de lo que más tarde sería la Organización Mundial de Comercio (OMC).

El debate sobre lo que ocurrirá con la globalización tomará al menos este año, en un escenario de desplome del comercio mundial y de una gran contracción de la economía, igual o más profunda que la registrada en la década de 1930.

La OMC presentó esta semana sus proyecciones sobre el comercio para este y el próximo año. Se calcula que el comercio caerá abruptamente en todas las regiones del mundo y que en el mejor de los casos retrocederá 13%, aunque la caída podría ser de hasta un 32% (ver infografía izquierda).

Pero las mismas fuerzas del mercado y las necesidades para luchar contra la pandemia pueden jugar a favor del libre comercio y de la globalización, ya que los gobiernos no pueden hacer lo suficiente actuando solos. A todos los países les interesa cooperar para mantener seguro el comercio de productos médicos. Ningún país es autosuficiente, no importa lo poderoso o avanzado que sea, señaló el director de la OMC, Roberto Azevedo.

De ahí que el 2021 se proyecta como un año de expansión, porque los países irán retomando paulatinamente sus actividades y las empresas volverán a operar con normalidad. La reactivación de la economía va en paralelo con el crecimiento del comercio.

El historiador italiano Loris Zanatta cree si bien las reacciones iniciales de los países han sido de defensa de la soberanía, al final se incentivará una nueva y más radical forma de globalización y los avances tecnológicos harán que aquello sea posible, porque permitirán reducir el movimiento de personas por el mundo, que son las que propagan los contagios y las pandemias.

La caída de costos a causa de la revolución tecnológica está impulsando el comercio de servicios. También ha permitido digitalizar bienes que antes eran físicos como libros o música. En la actualidad, los problemas tecnológicos ya se arreglan de forma remota.

Reemplazar el trabajo presencial de las personas por el teletrabajo será masivo en las empresas. Y si hay menos personas moviéndose por el mundo se habrá encontrado un antídoto para el próximo coronavirus, que puede aparecer en cualquier parte del planeta.

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