Así se maneja la fauna urbana en Quito

Se estima que en Quito existe un animal doméstico por cada cuatro habitantes. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

Se estima que en Quito existe un animal doméstico por cada cuatro habitantes. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

Se estima que en Quito existe un animal doméstico por cada cuatro habitantes. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.

Se calcula que en Quito hay un animal domesticado por cada cuatro habitantes. Es decir, en una ciudad de aproximadamente 2,2 millones de personas, hay cerca de 500 000 perros y gatos. Algunos viven en condiciones de abandono; otros tienen dueños, pero pasan el día en la calle; y unos cuantos tienen familias que los cuidan y no los dejan salir.

En la capital, la autoridad municipal en fauna urbana es el Centro de Gestión Zoosanitaria (Cegezoo). La eutanasia, dice Fernando Arroyo, director de esa institución, no es un método utilizado para evitar la sobrepoblación. “La metodología que se utiliza es la de atrapar, esterilizar y soltar (al animal) para el control poblacional”. Cada mes se realizan campañas en distintos barrios en las cuales se esterilizan gratuitamente a las mascotas de los habitantes así como a animales callejeros.

Arroyo dice que es necesaria la educación y responsabilidad ciudadana con respecto a la tenencia de mascotas. Las personas deben conocer lo que implica el cuidado de un animal y saber que no lo pueden abandonar. Finalmente, otro campo de acción corresponde al control de criaderos y a la venta de animales en espacios públicos.

La Ordenanza 048 del Distrito indica que “todo animal doméstico, de compañía y que esté en evidente estado de abandono o que se encuentre transitando por los espacios públicos sin su tenedor, deberá ser rescatado por el órgano dependiente de la Autoridad Municipal Responsable en forma tal que no afecte su bienestar físico”.

En ese sentido, los animales deberán ser trasladados al centro que indique el Cegezoo para una evaluación de su estado de salud, esterilización e identificación. Luego de un plazo de 3 días, la autoridad municipal debe devolver al animal al sitio donde se lo encontró, se lo puede entregar en adopción o a una fundación de protección y bienestar animal.

En la práctica, la Agencia Metropolitana de Control (AMC), con sus dos inspectores de fauna urbana, atiende las denuncias y realiza los rescates de los animales. Ellos coordinan con Urbanimal y con fundaciones como PAE, Patitas Callejeras, Enda, entre otras. Llevan a los animales a una clínica veterinaria y, a partir de ahí, la organización se hace cargo del animal.

Los voluntarios pagan su alimentación, hospedaje, tratamientos médicos, e, incluso, rehabilitación del comportamiento. Al mismo tiempo, buscan hogares para los rescatados y los dan en adopción. Una vez que el perro o gato está con su nueva familia, realizan un proceso de seguimiento que incluye visitas periódicas, llamadas y solicitud de fotografías para verificar el estado de la mascota. Si hay negligencia o maltrato, son retirados.

Además del trabajo coordinado con las autoridades, las fundaciones realizan una labor independiente. Ellos mismos coordinan los rescates, traslado y atención veterinaria de los animales. En todos los casos, su trabajo es posible gracias a convenios con las clínicas y pagan las cuentas de los tratamientos con donaciones.

Carolina Redín, presidenta de la fundación Enda, piensa que sacrificar animales para evitar la sobrepoblación crea un problema mayor. “El método de control de sobrepoblación más efectivo es la esterilización en hembras y machos”, explica. Con este procedimiento no solo se vigila la sobrepoblación sino que mejora la calidad de vida de los animales. Igualmente, se evitan riesgos de cáncer, TVT, piometra (una infección de útero), celo y que los animales se escapen de sus domicilios persiguiendo a una hembra.

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