El auge del contenido explícito en la música popular

Las canciones más conocidas de Bud Bunny son Soy peor, Amorfoda, Callaíta y Yo perreo sola

Las canciones más conocidas de Bud Bunny son Soy peor, Amorfoda, Callaíta y Yo perreo sola

Las canciones más conocidas de Bud Bunny son Soy peor, Amorfoda, Callaíta y Yo perreo sola. Foto: Captura

La polémica desatada por la proclamación del puertorriqueño Bad Bunny como Compositor del Año por su álbum ‘YHLQMDLG’ (siglas de Yo hago lo que me da la gana), ha desatado una enorme controversia dentro de la cultura pop, quizás la más amplia y profunda desde que el argentino Fito Páez calificara hace diez años a la música del guatemalteco Ricardo Arjona como “aniquilación cultural”. En realidad las críticas -tanto hacia el reguetonero como al baladista- se centran fundamentalmente en las letras de las canciones.

El premio que recibió Bad Bunny, nombre artístico de Benito Martínez, fue otorgado por Ascap, siglas en inglés de la Sociedad Estadounidense de Compositores, Autores y Editores. La entidad vela por las regalías de los músicos y, para eso, monitorea qué se difunde en radios, plataformas y presentaciones en vivo en Estados Unidos. Los premios de Ascap reconocen el éxito comercial de un artista y, en ese sentido, Bad Bunny -con 26 años y cuatro álbumes- ha sido reconocido.

El problema es que la palabra ‘compositor’ tiene demasiada reputación y el género de Bad Bunny, pues no tanto. La cantante peruano-venezolana Karina, quien triunfó en los años 80 y 90 como baladista pop, consideró que las letras de Bad Bunny encarnan la “descomposición de la sociedad” y que la música ha pasado de lo sublime a lo vulgar, debido al uso de frases de mal gusto. Por eso, Karina expresó su rechazo a esta condecoración.

El premio le llega a Bad Bunny cuando intenta convencer a la audiencia de que está tratando de alejarse de los estereotipos de la música urbana que él mismo ayudó a edificar junto a colegas como Maluma o J Balvin. La canción ‘Yo perreo sola’ se presenta como una defensa de los derechos de la mujer a tomar decisiones sobre su vida. El video de promoción, de todos modos, cae en la sexualización propia del género: cuerpos femeninos voluptuosos, bailes eróticos y la mujer como objeto de placer.

El tema tampoco es muy original dentro de lo urbano, pues ya Ivy Queen con ‘Quiero bailar’ creó lo que puede considerarse el primer reguetón feminista: “Porque yo soy la que mando, soy la que decide cuándo vamos al mambo”. Lo que canta Bud Bunny (“Antes tú no querías, ahora yo no quiero”) puede sonar a demagogia y oportunismo, al igual que el resto de ‘YHLQMDLG’, donde hay canciones amables como ‘Si veo a tu mamá’ o ‘Pero ya no’. También hay letras más duras o explícitas, como ‘Safaera’, ’La Santa’ o ‘Bichiyal’, con un amplio despliegue de los símbolos de virilidad (mejor dicho, de toxicidad masculina) asociados a drogas, autos costosos y dinero.

La historia de la balada en español está cargada de machismo, se dirá, y también ha estado presente el erotismo. Pero lo que ha cambiado es que los autores dejaron de sugerir para ir directamente a lo explícito. Si antes el español Miguel Bosé cantaba. “Si tú no vuelves, se secarán todos los mares”, Bud Bunny dice: “Ahora que soy rico, no tengo lo que tenía, pues mi Rolex no brilla igual que tu sonrisa y con estas putas no me gusta compartir la frisa”. Son dos maneras de expresar soledad y nostalgia.

El productor panameño Rodney ‘El Chombo’ Clark opinó sobre este tema que la cultura occidental ha pasado a lo explícito debido a que, con los avances sociales, ya no es necesario esconder ciertas acciones que antes eran perseguidas por la moral de la época. Los homosexuales pueden casarse, ser profesionales o ser autoridades electas. El matrimonio ya no es visto como una meta. La música urbana, como género dominante de la década, refleja lo que pasa en la sociedad.

El auge de lo explícito no es exclusivo de la música de masas. También está en las series de televisión como ‘Juego de Tronos’, que mezcló violencia intensamente sangrienta con sexo e intrigas, todo en un paquete cinematográfico. Y, además, en las redes sociales, la comedia y la política.

De vuelta a la música, el debate sobre qué es más importante, si el sonido o la letra, es tan viejo como el pop mismo. Lo razonable, al menos para un observador desapasionado, es lograr un equilibrio entre sonido y contenido. Pero en la práctica hay muchos ejemplos de que eso no es tan sencillo de alcanzar. Es célebre el caso de Gerry Goffin y Carole King, esposos estadounidenses y autores del múltiplemente versionado ‘Loco-Motion’ y de varios hits de los años 60. Goffin entró en depresión tras escuchar las letras de Bob Dylan, al punto que calificó sus propias canciones como basura y destruyó sus grabaciones. Luego, solo consiguió unos pocos éxitos y ninguno a la altura de los que firmó en los 60.

El estadounidense Bob Dylan fue el primer artista pop en llevar el peso de ser “vocero de su generación” por las letras. Esa responsabilidad la adquirió en sus discos acústicos de inicios de los años 60, en los que lanzaba dardos contra la guerra pero también nutrió de contenido al folk y al rock, gracias a sus lecturas de Jack Kerouac, Woody Guthrie y Dylan Thomas.

Bob Dylan escribió las canciones fundadoras de la música protesta (With Godo on Our Side, Only a Pawn in Their Game, A Hard Rain’s Gonna Fall y Blowin ’in the Wind) y de paso entregó para siempre a los cantautores la presión de ser profundos.

En los años 70 el rock progresivo, que utilizó a la voz como un instrumento más de la composición, y la música disco, pensada para ser sensual y bailada, diluyeron esa obligación. Pero las polémicas por lo que se dice mientras se canta han sido constantes. Afectó al punk, al heavy metal y al rap. Desde 1985, los álbumes llevan una etiqueta que dice Parental Advisory: Explicit Content, para alertar al comprador de que está ante una obra con letras ofensivas o explícitas en lo violento o lo sexual, aunque eso no ha puesto freno a la necesidad de cada artista de expresarse libremente.

Las etiquetas y las críticas tampoco contendrán a Bad Bunny, cuyo éxito como compositor dependerá del gran juez que es el público y la sociedad, como siempre ha sido. Pero, para muchos, también suena delirante que pueda llamarse compositor tanto al que escribió “Ustedes, que fabrican las grandes armas (...), solo quiero que sepan que puedo verlos a través de sus máscaras”, como al que escribió “La chocha no sé por qué no la he visto, pero vamo’ pa’ la cama a clavarte en panty”.

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