Las bebidas hidratantes contienen sales minerales y azúcar (carbohidrato simple), útiles para deportistas de alta competencia. Foto: Diego Pallero/EL COMERCIO
Solo en casos de deshidratación causada por la práctica de ejercicios de alta intensidad y larga duración -más de 90 minutos-, una persona puede ingerir bebidas hidratantes, según lo explica la nutricionista Francisca Cifuentes.
Bajo esa condición, ese producto cumplirá con su objetivo: reponer líquidos y sales minerales que se pierden a través de la sudoración. En esa lista están, sobre todo, sodio y potasio. Ingerirlas indiscriminadamente podría alterar la salud de grandes y chicos.
El mayor riesgo, según la nutricionista Nora Tello, es que se incremente el número de personas con sobrepeso u obesidad debido al alto contenido de azúcar de estas bebidas.
La nefróloga María Elena Urresta asegura, en cambio, que la ingesta desmedida de esas bebidas aumenta el riesgo de afectar a las células renales. “El exceso de azúcar lesiona la parte central del riñón. El daño se vuelve más fuerte cuando se añaden gaseosas”, contó.
Dosvasos de 250 mililitros de esas bebidas puede alcanzar los 30 gramos de azúcar, cantidad que supera a la recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para una persona adulta: 25 gramos de azúcar libre al día para mantener un estilo de vida saludable. Esa cantidad equivale al 10% de la ingesta calórica total.
Para aclarar el tema, las nutricionistas Cifuentes y Tello advierten que ese hidrato de carbono simple también está presente en chocolates, galletas y postres.
De allí la sugerencia de evitar su consumo. “Hay niños que ingieren hasta dos botellas al día en la escuela porque los padres las incluyen en la lonchera”, contó Cifuentes, quien a diario recibe en su consultorio a niños con sobrepeso.
El consumo continuo de esas bebidas también aumenta el riesgo de lesionar los riñones por la cantidad de sodio que poseen.
Se trata de un mineral que, en cantidades adecuadas controla el proceso digestivo y regula los líquidos corporales.
En porciones excesivas se produce lo contrario: retención de líquidos. Y para eliminar esa sal y agua, los riñones trabajan el doble y a mayor velocidad.
De acuerdo con Urresta, cuando una persona se excede en el consumo de sal, el organismo tarda entre 72 horas y una semana en eliminarla. “Y si consumen sal y azúcar al mismo tiempo están lesionando al riñón permanentemente”.
El exceso de ese mineral, según un reporte publicado por la OMS, aumenta el riesgo de sufrir hipertensión. De allí la sugerencia de reducir su ingesta hasta 2 gramos al día.
Así se reduciría la tensión arterial, el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidentes cerebrovasculares y cardiopatías coronarias, principales causas de muerte en Ecuador, en el 2013.