Heridas como las que dejó el 11 de septiembre jamás sanarán, pero arquitectos y constructores se han esmerado para llenar el vacío físico por los atentados en Nueva York.
El lugar donde hace una década se erigían las torres del World Trade Center se convirtió en un área de trabajo de 65 000 m², de la que se removieron 1,5 millones de toneladas de escombros y que ahora contará con cuatro torres nuevas, un museo, un monumento en memoria de las víctimas y una plaza llena de robles.
La fecha prevista para la conclusión de los trabajos será el año 2015. Pero desde hace un mes está abierto al público el monumento en memoria de las víctimas, bautizado Reflecting Absense (Reflejando la ausencia), una creación de Michael Arad.
Son dos estanques que representan las dos torres derribadas. Cada uno tiene 9 metros de profundidad y casi 4 000 m² de superficie y están rodeados por cascadas.
Ambos tendrán por los cuatro costados placas de bronce con los nombres de todas las personas que fallecieron el 11-S en Nueva York, Pensilvania y Washington, y de las víctimas del atentado con bomba en el World Trade Center en febrero de 1993.
A través del monumento se accederá al National September 11 Memorial & Museum, que se inaugurará el próximo año. Un adicional al complejo es la plaza Memorial, donde han sido plantados más de 400 robles y ‘el árbol sobreviviente’, que fue rescatado de entre los escombros y es un peral de 10 m replantado en mayo pasado.
La One World Trade Center es la más alta de las construcciones. Estará coronada con una antena que elevará la obra hasta los 1 776 pies, en referencia al año de la independencia de EE.UU. Será el más alto en suelo estadounidense y fue diseñado por Skidmore, Owings and Merrill, un estudio de arquitectura con más de 70 años de historia.