Los retazos de vidrios turquesa y azul se juntan y dan forma a una figura de mariposa. Las piezas las ensamblan, a manera de un rompecabezas, como parte de un vitral de gran formato.
Esta es una de las especialidades de Fabián Ruiz, propietario del taller Vitralite, situado en Ibarra. Este diseñador gráfico incursionó hace cinco años en las técnicas para manipular los cristales.
Desde entonces, hasta su local ubicado en la av. 13 de Abril arriban clientes con su diseño entre manos. Una de sus obras más recientes es una imagen de San Francisco de Asís de 2,5 metros de diámetro, que ornamenta la iglesia parroquial de La Libertad, en Carchi.
En Vitralite los pedidos de los clientes se pueden realizar en 56 gamas de vidrios de diferente grosor y resistencia. Hay cristales que tienen texturas y brillos; y otros que parecen arcoíris, gotas de agua, madera…
Una vez que el cliente escoge el color del vitral se dibuja una matriz y se corta el vidrio. Luego se encintan los filos y se sueldan con cañuelas o con plomo y estaño.
Todo el proceso es manual. Entre los bocetos más solicitados están aves, flores, plantas. Estos productos sirven como puertas o ventanas.
Ruiz también es experto en la técnica del espejo esmerilado. El artista recuerda que una vez un hombre le pidió que le plasme su motocicleta Harley Davison en la mampara de su baño. El cliente llegó con un set de fotos y Ruiz realizó un boceto antes de ‘arenarle’.
Así se le conoce a la técnica para grabar formas en el vidrio utilizando una pistola que dispara carburo de silicio, similar a una fina arena, sobre el cristal. Antes se coloca en el vidrio un fino vinil que permite delinear la imagen requerida.
En Vitralite los diseños en esmerilado cuestan USD 35 cada m2 y el vitral USD 2 la pieza. Sus clientes provienen de varios cantones de Imbabura, Carchi y Pichincha.
También hace figuras arenadas en vasos y botellas. Sobre un anaquel exhibe una docena de estos artículos con estampas que rememoran el tren de Ibarra, el volcán Imbabura y las tortugas de Galápagos.