Un manto blanco cubre la selva. El olor a humedad inunda el ambiente. Unas pequeñas gotas mojan levemente la piel. Y el dominante color verde se apodera del paisaje.
De pronto, en un claro de la selva, aparece una imponente estructura de metal y vidrio que rompe la uniformidad de la floresta: se trata de Mashpi Logde, un ‘resort’ de altura que abrió sus puertas en abril pasado. Es una muestra de arquitectura vanguardista de 900 m² se abre en un recodo de la Reserva Ecológica del Chocó.
Este nuevo destino turístico fusiona la arquitectura más actual con un sinnúmero de actividades que genera el bosque húmedo, incluidas su biodiversidad y su paisaje.
El diseño del complejo privilegió la ecología y el respeto por el mágico entorno. Fue pensado para brindar al visitante el máximo confort pero, al mismo tiempo, para ponerlo en contacto directo con la naturaleza.
A ese concepto, imaginado por los arquitectos Alfredo y Alfredo José Ribadeneira, se deben los grandes ventanales que tienen las fachadas; concebidos para que la perspectiva interior no se corte y se conecte directamente con la selva.
Es un edificio no invasivo; es decir, que no contamina la colindancia inmediata. Para lograr esto, los constructores se valieron de estrategias constructivas como el preensamblaje de los elementos estructurales en Quito; el agua utilizada es de vertientes naturales y toda la iluminación es ahorrativa.
Otro argumento que abona a favor de su relación con el entorno es su exclusividad: tiene una capacidad para recibir a 44 huéspedes como máximo, que se pueden acomodar en 22 habitaciones.
Las alcobas se dividen en tres suites “yaku” (agua) con una superficie de 37 m²/cada una;19 habitaciones “wayra” (viento), de 34 m²/cada una. Tres unidades de esta tipología están interconectadas, lo que las hace ideales para acomodar a familias numerosas o a grupos de amigos.
Más información en la pág. 6