Cuando alguien le pregunta a Oswaldo Varela desde cuándo hace artesanías, él responde: desde toda la vida. Cada día para este artesano tiene una novedad.En su taller trabaja con toda la familia. Al principio se dedicaba solamente a la marroquinería (confección de carteras de cuero). “Fueron 35 años en esa tarea pero la dejé y opté por la artesanía que siempre me gustó”. Las ideas nacen con el día. Por eso tiene creaciones propias, inspiradas en lo que se ve por la calle o en almacenes. Por ejemplo, hizo un crucifijo que tiene madera en la cruz pero el Cristo está hecho con soga y yute. Además, utilizó clavos de herrar caballos y en la corona puso una planta que cultiva él mismo. Todo sirve, dice el artesano. Las latas de laca se reciclan y se convierten en las cabezas de las vacas que forman un macetero que es un coco cortado por la mitad, sosteniendo la cabeza están resortes encontrados aquí y allá.En el interior, cuenta Varela, se puede poner una plantita de interiores como el llamado dólar. Pero, para eso se forra el interior con una funda plástica. Además, el macetero tiene un pequeño orificio en la parte inferior para que el exceso de agua de la planta tenga desfogue y pueda caer.Los troncos de los árboles también son útiles. El artesano hace un portacandados o llaveros, dándoles una mano de laca y reduciendo su tamaño. Las hormas de los zapatos guardadas en su antiguo taller son utilizadas para hacer un porta sombreros.Su esposa lo ayuda con el tema de la costura, sus hijas y nuera con los diseños, el asesoramiento a los clientes así como la comercialización de todas sus obras. En el almacén, además, se ofertan muebles y decoración europea, especialmente de Bélgica. Pero también se basan en los modelos y los ajustan a los requerimientos del país.Para hacer una oveja que es un adorno muy original y estético, Varela utiliza un tablero tríplex que es la base, madera torneada para las patas. Después de hacer el taburete que será el cuerpo del animal, se le coloca esponja para darle la figura. Se corta en las puntas y se le va dando forma.Cuando está listo, se le coloca el forro que es de felpa pero tiene la apariencia de la lana. La cabeza que está hecha en madera puede confeccionarse también con balsa, añade Varela.En la carita se pintan los ojos, la nariz y la boca. Cuando todo se ha secado, está listo para la venta. El artesano cuenta que se siente orgulloso de lo que hace. Todos los días tiene una creación nueva, funcional y estética. Los precios de cada objeto se fijan de acuerdo al tiempo de fabricación, la mano de obra empleada y los materiales. Sin embargo, cuenta Varela, el amor con el que se trabaja es la mejor paga para el artesano. “Hay objetos que quedan tan bonitos que no se venden y que más bien adornan algún sitio de la casa de alguien cercano o de la mía”.