La volumetría muestra la integración del edificio con el entorno y, asimismo, la magnitud de sus dos grandes volados recubiertos de vidrio templado; el mayor tiene 50 m de longitud. Foto: Cortesía Diego Guayasamín / El Comercio
Las ciudades se extienden hacia sus periferias como la mantequilla sobre el pan. Ese crecimiento precisa de edificaciones que refuercen la unidad urbana y, además, inserten a las metrópolis en el tiempo, el desarrollo y la evolución de las sociedades que las conforman.
Obviamente, cada edificio debe solventar parámetros técnicos, estéticos, funcionales y utilitarios que respondan a la escala y categoría de las entidades que representan.
La sede de la Secretaría General de la Unasur, ubicada en el complejo Ciudad Mitad del Mundo, a 14 km de Quito, cumple con esos requerimientos de forma eficiente, estética y sustentable, según Diego Guayasamín, su proyectista.
Es una construcción de corte contemporáneo de 19 500 m² emplazada en un área de terreno de 74 000 m² que contiene 27 800 m² de áreas verdes, 18 200 m² de plazas y ágoras, y
8 300 m² de espejos de agua.
La implantación, explica Guayasamín, se concibió como un entorno continuo, sin barreras y abierto al espacio público. Esta determinante de diseño permite un dinamismo tridimensional, que hace que el paisaje no se rompa con el edificio sino que lo integre.
La propuesta, asimismo, se complementa con la generación de una gran plaza de acceso, que da mayor categoría al edificio y también al entorno inmediato.
Para paliar el efecto que produce en la colindancia una construcción de esta envergadura (principalmente con el Monumento), los proyectistas utilizaron alternativas como desplazarlo lo más al sur posible y deprimirlo en más del 75% de las áreas. Las salas más importantes, como la De los Presidentes, están por debajo del nivel del suelo y la altura misma del complejo es inferior a la del Monumento.
El proyecto maneja una propuesta socialmente incluyente que genera espacios abiertos para la comunidad, biblioteca de consulta y zonas lúdicas. Engloba la repotenciación de la av. Manuel Córdova Galarza, la reforestación de los cerros Catequilla y Casitagua, el nuevo bulevar de la av. Equinoccial como acceso a San Antonio de Pichincha, canchas deportivas y parques. En el sentido arquitectónico, el edificio presenta un volumen en forma de U ascendente, delimitada por tres ejes virtuales. La volumetría es una pieza masiva que se proyecta como metáfora de libertad, afirma Guayasamín.
La edificación fue diseñada con una connotación escultórica para sorprender y presentar una imagen distinta, dependiendo del ángulo de observación. Está compuesto por una doble piel: la primera, sólida y ciega; la segunda, liviana y transparente.
La estructura es de metal y hormigón armado y parte de un sólido núcleo en el cual se anclan dos grandes cerchas metálicas tipo volados. El más grande tiene una luz de 50 metros sin ningún apoyo. El cálculo estructural estuvo a cargo de Fractales (Ing. Vinicio Suárez).
El edificio también respeta la ecología y posee sistemas de optimización de consumos de agua, reutilización de aguas grises y bajos consumos energéticos. Su construcción está a cargo de Etinar, presidida por el Ing. José Macchiavello.